La victoria
En los próximos días, se enciende la llama olímpica, es un evento sublime y merece toda la atención.
Cuando entré por primera vez sentí escalofrío en todo el cuerpo. Una sensación indescriptible, algo corría por mis venas en ese instante, y yo apenas era consciente. Mi ritmo cardiaco se afectó considerablemente, mi corazón trataba de acompañarme con otros latidos más fuertes y poderosos. Mi relación con el tiempo y el espacio se alteró. La luz no era la misma, los susurros a mi alrededor y las siluetas que me acompañaban daban cuenta de mi ingreso al recinto de los dioses.
Levanté la mirada lentamente hasta donde me lo permitió el horizonte, su figura llenaba todo el espacio, lo recorrí de abajo a arriba con asombro, sus manos enormes se movían con cadencia de manera pendular bien ajustadas a sus brazos. El tamaño de sus pies, su cuerpo y su mirada me hicieron quedar congelado, me sentí como el niño que asiste indefenso al hermoso encuentro con su superhéroe favorito. Pasó a mi lado, me sonrió desde lo alto y siguió su camino. Traté de seguirle pero sus pasos eran de gigante. 2.29 mts su estatura. ¿Su tamaño? ¡Inenarrable!
Tomé asiento para recuperarme, pero todo fue incremento, el paso de Yao a mi lado abrió la puerta del jardín de las emociones más vibrantes.
El recinto era de tamaño incalculable, estaba habitado por seres fantásticos todos, prontamente, a mi izquierda, como flotando en aire, en silencio, como si fuera mariposa o cinta roja, con dos diamantes en sus ojos estaba ella, con la mayor sutileza buscaba su espacio, la perdí por un momento y al segundo, estaba sentada apenas a unos centímetros de mi silla. Me detuve en su mirar, también me sonrió. Jamás olvidaré su rostro. Sus escasos 1.45 cm albergaban el alma más grande que he visto. Entre Yao y Simone vi mujeres y hombres de otros mundos, fuertes, musculosos, con la piel de mil colores, con barba y sin ella, hermosos todos, todos distintos y todos iguales, todos teñidos de ilusión, todos leones, todos místicos.
El comedor olímpico es el lugar más especial y majestuoso que mi oficio me ha permitido conocer. La cocina más grande del mundo. El recinto donde se alimentan más de 12.000 atletas. Los juegos olímpicos y paralímpicos son, sin duda, la estirpe y la cima. Son el significado más decoroso en la vida de un deportista. Estar allí, sentirlos al lado, respirar su energía, su fuerza, su disciplina, su concentración, entender su entrega y su camino, no tiene precio, es la enseñanza más noble, más poderosa, no hay edad, no hay color, no hay religión, no hay nada que guardar, se entrega todo, no hay dudas. ¡Hay sueños, hay oro!
En los próximos días, se enciende la llama olímpica, es un evento sublime y merece toda la atención, seguirlo es dignificar la vida, nadie sabe lo que estos guerreros altivos han sacrificado por la gloria.
Hoy recuerdo a Yao Ming (basquetbolista chino más importante de la historia uno de los mejores del mundo) tambien a Simone Billes (la genial gimnasta norte americana) recuerdo a Mariana Pajón y a Caterine Ibargüen y a Juan Pablo y Óscar y a Yuri y a todos nuestros héroes olímpicos y paralímpicos.
A los 71 atletas colombianos este año, un saludo ovacionado, anticipado, con medallas o sin ellas, porque en medio de tan poco, ellos son el Olimpo, son la fantasía, desde ya son la victoria.
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