“La ventanilla por la que se consigna no es la misma por la que se retira”.
Nos encontramos una tarde de abril a eso de las tres y treinta, ambos caminábamos por la playa, solo que, esta vez, lo hacíamos en sentidos opuestos, lo que, como es obvio, facilitó nuestro encuentro. Y digo esta vez, porque las veces anteriores en que la vida nos puso en el mismo camino, lo hicimos en la misma dirección, y no fueron pocas.
La tarde era calurosa y seca, no había brisa, pero tampoco humedad, pocas nubes, luz radiante, familias con sus hijos y sus hijos con castillos en la arena y con bloqueador solar abundante en sus rostros, un par de aeronaves con pendones publicitarios daban vuelta alrededor y nos hacían sentir a todos más jóvenes, más entusiastas y más libres. Era una tarde de playa y un encuentro, así, como son las tardes de playa y en ellas, los encuentros.
Es usual que los estados de ánimo estén vinculados a las condiciones del momento, las que vivimos transitoriamente los seres humanos, pues todas, sin excepción, son transitorias, pero tienen un efecto inmediato sobre nuestro comportamiento, el cual es visible en nuestra expresión facial o corporal, en el tono de la voz y hasta la forma de caminar. La salud, la familia, la economía, el trabajo, el amor, tantas cosas influyen que, aunque queramos, es difícil ser ajenos a lo que nos sucede, para bien o para mal.
El caso de Antonio, mi buen amigo cineasta era el primero, pasaba por un gran momento, una de sus películas recientes acababa de romper todos los récords de audiencia, se hablaba de ella en más de 40 países del mundo y ello, ya traía consigo varias consecuencias, todas, bastante gratas, pero no por ello ligeras. Siempre me gustaron sus reflexiones, pero la de esa tarde, fue especialmente valiosa.
-Tony, me alegro infinitamente por todo, pero cuéntame, cómo lo has vivido? Fue lo que se me ocurrió decir.
-Ha sido increíble, pero sobre todo impensado. Jamás lo imaginamos. Nadie, ninguno de nosotros. Dijo con asombro evidente refiriéndose a su película y a todo el equipo de producción y distribución.
Se había preparado por más de 20 años, muchas escuelas, muchas horas de trabajo en la fotografía, muchas obras de arte, muchos festivales, guiones extraordinarios, y el producto que le daba la gloria era aparentemente de trámite.
“No lucía como la joya de la corona, ni cerca, el que lo diga miente. Y mira tú… bummmmm.
-¿Qué pasó entonces? Le pregunté.
Me contó en detalle el proceso, las dudas que tuvo, lo que pensó, y cuando estuvo a punto de no hacerla porque aparentemente, no cumplía con sus sueños.
“Yamid, me di cuenta de que por la ventanilla que consignas, no es la misma por la que retiras”.
No pude salir de esa frase. Cuánto hay de cierto y de fondo en ella. Hablamos hasta la partida del sol y nos fuimos sin despedirnos.
Ir al frente siempre, tomar el bus, asistir, estar despierto, abrazar las puertas que nos abren, honrar cada oportunidad, hacerlo sin dudar, olvidar el prejuicio, la vida es una caja mágica de merecimientos, siempre hay uno, una sonrisa, una pausa, un vaso con agua y un beso. No podemos entregarnos, aunque quede poco aliento, aunque pese, aunque creamos que ya lo tratamos todo, aunque duela y nos sintamos solos, aunque el calendario diga lo contrario o, aunque parezca que no cumple con lo que esperamos. No siempre la recompensa tiene el orden, los tiempos y la cara o las manos de quienes pensamos. Todo llega, muchas veces, por la ventanilla que menos pensamos.