Así es, 100 oportunidades son las que Dios y EL HERALDO me han regalado en esta etapa de colaboración para sus páginas de Opinión, con un aliciente de incalculable valor y es sentir que en cada renglón de mis escritos tengo el inmenso afecto natural, sincero y de lealtad de mis fieles lectores.

Es grato saber que en medio del escepticismo, producto de una sociedad caótica que no nos deja conciliar el sueño, el mundo pensante de hoy y abierto está también hecho para las generaciones que ya hemos reunido experiencias de vida, las que hemos sembrado y las que ya hemos recogido con creces. Razón tenía el Rey Salomón que clamó a Dios la sabiduría y conocimiento, que es indudablemente lo más valioso del ser humano, y que solo se construye con el paso de los años, con la asimilación de las experiencias de toda índole: los académicos, los del sentido común que brinda la cotidianidad diaria y que se traduce en la universidad de la vida, es un árbol en constante crecimiento que produce frutos pero que también soporta los malos tiempos, incluso vientos huracanados, pero que sigue ahí presente con la frente en alto y de pie.

Nosotros, los que tenemos el privilegio de estar creciendo en virtud de la sabiduría, también asumimos retos y responsabilidades, consistentes en llevar, transmitir y regalar una filosofía de vida a las nuevas generaciones que nos pisan los talones, que les indique, los guie, y se convierta en un faro de la luz para escoger caminos rectos, transparentes; seres humanos íntegros, amorosos, solidarios, con ética y dignidad, que afronten los obstáculos para crecer y no para perder, que luchen por su felicidad y arrastren la de los demás, con entereza amantes de la familia, fuente de construcción de valores y estabilidad en cualquier sociedad.

Por lo anterior, llegar sin interrupción a mis primeras 100 columnas, me hacen sentir orgulloso. He adquirido, más que un compromiso, un reto, un motivo más de vivir, una necesidad constante de entregar desinteresadamente lo que la vida me ha dado a lo largo de mis años. Es alcanzar la armonía espiritual y el saber que estoy cumpliendo, aportando mi granito de arena para un mundo ideal, por ende mejor.

100 títulos en donde he plasmado mi lucha y compromiso, mi espíritu de periodista y escritor, por eso, mi gratitud para todos y seguiré hasta que Dios lo permita y esta ilustre y honrosa casa editorial considere adecuado mi espacio.

Ojalá a muchos que llevan sus “buenos años al hombro” se les diera la oportunidad como a mí, de contar sus historias y aportar a este acelerado mundo que necesita escuchar más experiencias de vida. Es claro, que los que lucimos las canas con orgullo y valor, somos productivos por excelencia, queremos seguir activos, no paramos de alimentarnos en conocimiento y dedicamos también nuestro tiempo a mirar, reflexionar y concluir. Por ello hago un llamado a los gobiernos de hoy: deben entregarnos mayores y mejores oportunidades, entendiendo que lo que podemos aportar va al fondo y a la esencia del ser humano, para al final del día insistir en enseñar a… saber vivir bien e intensamente.