Justicia y discriminación
Nadie puede obligar a la Vicepresidenta a conciliar, porque fue víctima de un acto de discriminación y está en su derecho de hacer lo que mejor considere, pero tiene que buscar escenarios para que la discriminación deje de ser una constante en Colombia, propuestas y políticas que ataquen el problema de raíz.
El video racista que se hizo viral en la reciente marcha de la oposición del gobierno de Petro y la celeridad en la búsqueda de la protagonista de este terrible episodio, así como la negativa de la Vicepresidenta de conciliar este caso, muestran que es necesario abrir una conversación social sobre cómo se debe acabar el racismo en Colombia. Entre las razones que expone la vicepresidenta para no conciliar en este caso, como si lo ha hecho previamente en otros, es que una retractación no evitará que esto no se vuelva a repetir en el país. La Vicepresidenta tiene la razón pues una retractación – además, forzada- no es suficiente para que el país no siga cometiendo actos racistas contra ella o contra otras personas, pero tampoco lo será una condena penal por discriminación y hostigamiento.
El hecho de que Francia Márquez haya sido elegida popularmente para ocupar el segundo cargo más importante del gobierno nacional, es la muestra de que Colombia está cambiando y que está dando pasos hacia una igualdad real y efectiva. Ahora, la elección de Márquez también ha mostrado la crudeza de un racismo casi generalizado que nunca había ocupado en Colombia tanta atención como la que se está suscitando en este momento, algo que es más que lamentable, pero que genera una oportunidad de abordar un problema cultural y social que nunca en la historia de nuestra República había sido objeto de real discusión.
Cada vez que se va a adoptar una medida de tipo penal, bien sea la creación de otro tipo penal o el aumento de una pena sobre un delito tipificado, los expertos salen a hablar de populismo punitivo y consideran que este tipo de medidas no necesariamente generan un efecto positivo para que se reduzcan aquellas conductas que se quieran condenar. Si extrapolamos esta lógica al caso de Luz Fabiola Rubiano, la mujer del video racista cuyas expresiones no se repetirán en esta columna, lo cierto es que una condena penal no será ni remotamente suficiente para acabar con el patrón del racismo en Colombia. Si alguien se mete en Twitter y hace una breve búsqueda de los comentarios en contra de la Vicepresidenta se dará cuenta que un número relevante son comentarios públicamente racistas, cientos de personas que también incurren en el tipo penal de actos de discriminación y que tendrían que ser perseguidas masivamente por la justicia cuando todos sabemos que es prácticamente una misión imposible y que a largo plazo no genera los efectos que se están buscando.
Nadie puede obligar a la Vicepresidenta a conciliar, porque fue víctima de un acto de discriminación y está en su derecho de hacer lo que mejor considere, pero tiene que buscar escenarios para que la discriminación deje de ser una constante en Colombia, propuestas y políticas que ataquen el problema de raíz. Los valores de justicia de este país siempre dejan una paradoja y cientos de dilemas sin resolver, porque se sigue idealizando la creencia de que la justicia penal es la solución a conductas como la discriminación, pero a su vez se quiere desvirtuar que el derecho penal sea la única salida para otro tipo de conflictos y delitos como los que se dan en el conflicto armado o en la delincuencia organizada.
@tatidangond
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