El proyecto de ley que busca reducir la jornada laboral en Colombia, si bien se enmarca dentro de un movimiento global que busca cambiar las dinámicas de trabajo para potenciar la productividad y a la vez brindar una mejor calidad de vida, se puede quedar corto a la hora de prevenir la informalidad y el desconocimiento del trabajo suplementario. Este proyecto que fue aprobado en el Senado, liderado por el partido Centro Democrático, tiene por motivación brindarles a los trabajadores la oportunidad de compartir más tiempo con su familia y generar espacios libres para que las personas puedan seguir educándose. Ambas finalidades son loables y tienen asidero en una visión del trabajo que le apuesta a un mejor estilo de vida; una tesis que ha sido defendida por empresas que encuentran correlación entre la productividad y el tiempo que tienen los trabajadores para asuntos personales o educativos.
Al respecto, en una reciente columna escrita por Alejandro Cubí en el medio de comunicación mexicano El Economista, este plantea la necesidad de reducir la jornada laboral de 5 a 4 días, tal como lo ha implementado Microsoft Japón, empresa que ha sostenido que dicho cambió derivó en un aumento del 40% de la productividad. Si bien esta propuesta está basada en experiencias de empresas y estudios de mercado laboral, hay una gran dificultad en su implementación para países como Colombia, donde la informalidad es vergonzosa y el pago de horas extras se entiende como un privilegio y no un derecho.
Para esta columna consulté la opinión de Juliana Morad Acero, profesora de Derecho Laboral de la Universidad Javeriana, quien advierte que es una medida arriesgada toda vez que supone una decisión contraria a lo que ha buscado el gobierno, esto es, reducir la carga económica de los empleadores para la generación de más empleo. A su juicio, si bien hay estudios que favorecen la reducción de la jornada laboral, lo cierto es que esta medida se da en una coyuntura de crisis del mercado laboral que puede suponer una mayor pérdida del empleo, en detrimento de la formalidad y de los objetivos de reactivación económica de Colombia.
Bajo una postura similar, el presidente de la Andi Bruce Mac Master ha sostenido que esta medida encarece el empleo y afecta la competitividad. Ahora, lo cierto es que todo apunta a una nueva tendencia donde la jornada laboral debe disminuirse a favor de espacios que propendan por fortalecer la salud emocional, el tiempo para familia y la formación, sin embargo, el tema supera la discusión legal para ubicarse en el plano de la realidad económica del país y la capacidad de las empresas para seguir generando nuevos empleos.
@tatidangond