Es innegable que el sistema de salud colombiano ha sido cruel e inhumano y ha dejado muchas vidas a la espera de una atención médica que nunca llegó. Sin embargo, la tesis de que es un pésimo sistema de salud se desvanece cuando se compara con otros sistemas en los que las personas tienen notablemente menos acceso que en Colombia. Aunque la idea de construir sobre lo construido parezca repetitiva, ahora es importante aplicarla en un contexto donde se quiere transformar totalmente un sistema de salud, sin desconocer los beneficios del actual y las ventajas que representa en términos de acceso a la salud y de una mejor prestación del servicio.

Respecto a la reforma de salud presentada por el Gobierno esta semana, hay varios puntos que merecen atención, desde el texto presentado hasta la forma en que se hizo. Uno de los aspectos positivos de la reforma es partir de la base de un sistema de salud preventiva, lo que es un gran avance para evitar problemas de salud crónicos que resultan más costosos y difíciles de tratar. Tal vez el aporte más importante de esta reforma sea la promoción de la salud como un eje esencial en materia de política pública. Sin embargo, la reforma también tiene aspectos críticos que requieren la atención de los colombianos, quienes deben verse representados en el Congreso de la República.

Uno de los elementos negativos de la reforma es la forma en que se plantea el concepto de descentralización, que conlleva el riesgo de politizar en gran medida la salud pública mediante la creación de cargos regionales que administrarían los recursos destinados a esta materia, sin requerir ningún requisito especial, como tener experiencia previa en este asunto. Otro tema problemático es la financiación, ya que implementar este nuevo sistema tendría costos sumamente elevados que, ante las condiciones actuales de las arcas del Estado, que en principio, no tiene como ser asumidos.

Por otro lado, la participación del sector privado, que se ha señalado como el culpable de los problemas actuales del sistema de salud, es fundamental para fomentar la competitividad y una mejor prestación del servicio. El tema central no debería ser el discurso del neoliberalismo como el enemigo central, sino un modelo de gestión pública eficiente donde el Estado juegue un rol estratégico sin tener que auspiciar más burocracia y fomentar menos empleo. Finalmente, convocar marchas para presionar al Congreso a que apruebe esta u otras reformas no es el camino para consolidar una democracia donde el eje central es la existencia de un sistema de pesos y contrapesos.

@tatidangond