Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales dejaron al país en medio de una inmensa incertidumbre frente a lo que serán los próximos cuatro años para Colombia, después de la sorpresiva votación de Rodolfo Hernández y del miedo a que por primera vez en la historia republicana un candidato de izquierda pueda llegar a la presidencia. Esta sensación de inestabilidad ha sido el resultado de declaraciones de los candidatos que hoy se disputan la presidencia, pues si por un lado Rodolfo Hernández parece desconocer cómo funciona la institucionalidad colombiana arremetiendo en sus declaraciones contra instituciones como el Congreso, por el otro, Gustavo Petro tiene una larga trayectoria haciendo afirmaciones que podrían desestabilizar la economía nacional con ideas como acabar con la extracción del petróleo.

Si bien podría considerarse que hay un claro retroceso político derivado de la crisis de liderazgo público que ha enfrentado el país, es imposible desconocer que esta primera vuelta mostró un cambio total en las decisiones políticas de los ciudadanos. Más de 15 millones de colombianos salieron a las urnas a votar por un cambio, lo que se traduce en un castigo político a los partidos tradicionales que han dirigido el país durante décadas y que elección tras elección habían confiado en el poder de sus votos de estructura para seguir administrando las arcas del Estado. Esto, pese al sentimiento de angustia que vive Colombia, es un inmenso logro de cara a los procesos democráticos y al empoderamiento de los ciudadanos hacia un voto consciente cualquiera que sea su postura ideológica o política. También es una lección para quienes a pesar de haber llegado popularmente al poder, han desconocido la voluntad del pueblo que los eligió y pensaban que saldrían ilesos electoralmente de sus malas decisiones.

Ahora, habiendo asumido que el país quiere un cambio y que la mejor opción habría sido el centro -que no logró consolidar un proyecto político sólido por fracturas internas-, le queda a los ciudadanos tomar una decisión confiando en la fuerza de nuestras instituciones y pensando en lo que será mejorar para los puntos críticos que vive el país como la educación, la superación de la pobreza, el crecimiento económico y la lucha contra la corrupción. Aunque para muchos su decisión ya esté tomada y su proceso de decisión sea resultado de conclusiones obvias, lo cierto es que hay un grupo amplio de personas que no se sienten alineadas a ninguno de los candidatos y que representarán el voto finish en la segunda vuelta. Más allá de las alianzas y los cálculos políticos de los miembros Centro Esperanza, el candidato más inteligente será el que entienda que los votos del centro no son endosables y que sí marcarán la diferencia en los resultados del próximo 19 de junio.

@tatidangond