
Son como son
En una de sus excelentes columnas, Fernando Londoño Hoyos llama la atención sobre la polarización entre guerreristas y pacifistas, y consigna un pertinente y oportuno recuento histórico sobre los éxitos de guerreros que impidieron resultados teóricamente nefastos si se hubiere dejado imponer las pusilánimes teorías de los pacifistas.
En la historia hay, claro, ejemplos al revés, como el de la insistencia de algunos seudopacifistas japoneses para que no se metieran con los gringos, pero los guerreristas atacaron Pearl Harbor, y salieron clavados. También los guerreristas, cuando la crisis Kennedy-Cuba, querían hundir los barcos rusos que se acercaban a la línea del bloqueo, y finalmente se impuso la diplomacia. O sea, la cosa da para que sí y para que no, y lo claro es que lo realmente malo son las posiciones radicales, “ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”, decían las abuelas. Todos queremos la paz, pero nadie la quiere a costa de lo que sea, como parece ser lo que pretende Santos, sobre todo cuando los narcoguerrillos cada vez piden vainas más absurdas, se supone que para medirle el aceite al Gobierno.
Mientras candidatos presidenciales andan en su cuento y falta todavía la batalla de los Peñalosas, Petros, Sergios Fajardos, y los que aún no se han descarado, los partidos políticos están en lo suyo, que son las listas a Senado, dentellada corrida. El turno ha sido para el otrora glorioso Partido Liberal, que con el apoyo del niñito Gaviria en gesto de renovación designó a Serpa como cabeza de lista dejando por fuera al niñito Galán, tremenda pataleta entre los dos críos peleando por una bicicleta que no es de ninguno de los dos, y menos del dueño de la casa, nadie la sabe manejar, pero les importa un pito lo que opine la gente, son como son y están en lo que están, aprovechar el reverazo nacional a la política del bolígrafo, una rosca cachaca reunida en Bogotá definiendo, como les dé la gana, el orden de las listas, al punto que hasta al Pibe Valderrama le ofrecieron el puesto diez, la camiseta del repartidor de un juego que el Pibe ni imagina lo intrincado de las reglas. Son como son, diría uno, y hasta desvergonzados; Samper cual prócer dando declaraciones, olvidando que en llave con Serpa sometieron al país al más terrible de los escenarios internacionales, un gobierno elegido con plata del narcotráfico, nos trataban como parias, descertificación, raqueta corrida, y otras terribles humillaciones.
A Samper, a sus parientes columnistas, y a sus áulicos y lavaperros, debería darles vergüenza participar en política. Pero como somos así, cual borregos con amnesia colectiva, a nadie le importa nada, todos olvidaron, principalmente el niñito Gaviria, que Gaviria papá fue presidente gracias a que en su momento todos los borregos salieron a votar atendiendo las palabras del niñito Galán cuando era aún más niño.
Gaviria hijo traicionó a Galán hijo, son, o mejor eran, supone uno, amigos entrañables, pero son como son, traición es traición, papaya es papaya, aunque de raro nada tendría que caletamente se reúnan a burlarse. Vainas de cachacos.
Coletilla futbolera: buena cosa que Barranquilla cuente con dos equipos de fútbol en la “A”. El ascenso de Uniautónoma fue merecido, pues con gran solvencia y personalidad jugaron una final a lo grande. Felicitaciones para la institución, para sus nuevas directivas, que están en la tarea de borrar manchas anteriores y, claro, palmas para jugadores y cuerpo técnico.
rzabarainm@hotmail.com
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