Acuerdo de Escazú
Si algo hace evidente Escazú es la necesidad de precisar la legislación nacional. Todos deben tener participación, pero no toda la participación debe ser igual. Estamos pendientes de expedir la ley estatutaria de consulta previa. Esperamos una jurisdicción ambiental que dé certeza jurídica. La conversación de Escazú debería llevar a consenso en otros temas. Con una escalada en la frontera cocalera, vendrá más conflicto social, el palo no está para hacer cucharas.
Es probable que en este momento el lector no conozca del Acuerdo de Escazú. Al Colombia sumarse en diciembre de 2019, son ya 22 países que lo han suscrito. Se rumora que esta decisión fue resultado de la conversación con ambientalistas del paro nacional. Dicho evento pasó sin pena ni gloria. Ni siquiera fue notorio el mensaje de urgencia con que el acuerdo fue radicado el 21 de julio para su ratificación por el Congreso. El acuerdo consagra como derechos humanos algunos procedimientos del licenciamiento ambiental. En Perú el debate ha polarizado al país, ojalá lo de Colombia permita construir consensos. Muchos se quejan de la consulta previa y las licencias ambientales, pero poco se hace.
Después de pasar años promoviendo el principio 10 de la Declaración de Río, el Convenio Europeo de Aarhus fue el primer tratado que reguló la participación ciudadana ambiental. Escazú, liderado por la CEPAL, es la versión latinoamericana. Guiado por cinco principios generales, Escazú crea 7 estándares de acceso a la justicia, 3 en defensa de ambientalistas, 17 de participación pública, y 31 de acceso a la información. Se requiere la ratificación de once países para que entre en vigencia, a la fecha van nueve y ningún país de la Alianza del Pacífico lo ha hecho.
Diferentes expertos consideran que Colombia, con base en otras normativas, ya satisface entre 88-94% de los estándares previstos, muchos de los cuales son de cumplimiento progresivo. Pero, ¿si ya todo o casi todo está incorporado, para qué firmar? ¿Se vuelve inocuo ratificarlo? No. La aprobación del tratado permite articular y mejorar protecciones existentes de manera coherente. El tratado deja claro que cada país retiene la soberanía sobre sus bienes naturales, prima la normativa e instancias nacionales. Los temores de los contradictores pueden ocurrir con la legislación vigente sin Escazú. El problema más bien es como se compagina su generalidad con nuestra tradición. Escazú no permite reservas, se aprueba todo o nada.
Para hacerlo viable, Colombia podría adoptar declaraciones interpretativas que resuelvan ambigüedades frente a requerimientos de inclusión o participación efectiva. Por ejemplo, el punto 7 numeral 15 garantiza derechos especiales para indígenas y locales no menciona otros grupos étnicos. Se generaría privilegios de unas etnias sobre otras, traería la férrea oposición de comunidades afrocolombianas que quedan por fuera. La expresión “locales” no se puede entender como que estamos asimilando la consulta previa étnica para cualquier comunidad local.
El esfuerzo vinculante del tratado requiere una última instancia internacional, se puede escoger entre la CIJ o arbitraje. Dada nuestra tradición de perder en cortes internacionales y el temor de que estas creen jurisprudencia, Colombia probablemente escogerá arbitraje.
Si algo hace evidente Escazú es la necesidad de precisar la legislación nacional. Todos deben tener participación, pero no toda la participación debe ser igual. Estamos pendientes de expedir la ley estatutaria de consulta previa. Esperamos una jurisdicción ambiental que dé certeza jurídica. La conversación de Escazú debería llevar a consenso en otros temas. Con una escalada en la frontera cocalera, vendrá más conflicto social, el palo no está para hacer cucharas.
Más Columnas de Opinión
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
Un faro de esperanza para la juventud
En medio del vendaval de desafíos que enfrenta la juventud contemporánea, marcada por la sombra ominosa de trastornos mentales que irrumpen cada vez más temprano en sus vidas, surge la necesidad imperiosa de tenderles una mano firme, de ofrecer
Café entre Evas
“Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas. ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mu
Para el Descanso
La revisión de los titulares de prensa, o de cualquier otro medio de comunicación, se ha convertido en una seguidilla de sobresaltos. Quizá sea porque en estos tiempos todo se actualiza permanentemente, o porque la dependencia del clic induce l