A menudo, encender el televisor, desplazarse por las redes sociales o abrir un periódico puede dar la impresión de que vivimos al borde del abismo. Las noticias sobre crisis económicas, desastres naturales, conflictos armados y emergencias sanitarias llenan los titulares, alimentando una percepción de que la humanidad está en un constante estado de retroceso. Sin embargo, si nos detenemos a analizar los datos y miramos el panorama con una óptica más amplia, encontraremos que el mundo ha progresado sustancialmente en las últimas décadas en términos de calidad de vida y oportunidades.

Según el informe The World in 2050 elaborado por la consultora PwC, se espera que la economía mundial se duplique en tamaño para 2042, lo que implica un crecimiento promedio del 2.5% por año. La globalización y el avance tecnológico son dos de los motores principales de esta expansión. A pesar de las recesiones puntuales y las desaceleraciones económicas, la tendencia general es ascendente.

Es cierto que debemos ser conscientes de los desafíos que enfrenta nuestro planeta, pero también es crucial reconocer los logros alcanzados. La tasa de pobreza global, por ejemplo, ha disminuido de manera significativa. Según el Banco Mundial, en 1990, casi el 36% de la población mundial vivía en extrema pobreza. En 2015, esa cifra había caído a menos del 10%. Aunque todavía queda mucho por hacer, estos números reflejan una mejora considerable en la calidad de vida de millones de personas.

En el ámbito de la salud, hemos visto avances sorprendentes. La esperanza de vida global ha aumentado de 52 años en 1960 a más de 72 años en 2019, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las tasas de mortalidad infantil también han disminuido drásticamente, gracias a mejores prácticas de salud pública, vacunación y nutrición.

Otro aspecto relevante es la educación. La Unesco informa que la tasa de alfabetización de adultos jóvenes (15 a 24 años) aumentó del 83% en 1990 al 91% en 2015. La educación no solo es más accesible, sino que también ha mejorado en calidad, con más niños y jóvenes asistiendo a la escuela que nunca antes en la historia.

La globalización ha jugado un papel fundamental en estos desarrollos. A través de la interconexión económica y cultural, los países han podido aprender unos de otros, compartir recursos y conocimientos, y colaborar en proyectos que benefician a múltiples naciones. Además, la innovación tecnológica ha permitido una rápida difusión de información y ha creado nuevas oportunidades económicas en campos como la economía digital.

No obstante, es importante no caer en una complacencia ingenua. Los retos persisten y son reales: el cambio climático, la desigualdad económica y las crisis humanitarias requieren nuestra atención y acción concertada. Pero al mismo tiempo, no debemos dejarnos dominar por una narrativa exclusivamente catastrófica que ignore los avances que se han logrado.

Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la forma en que percibimos nuestro mundo. Es responsabilidad de todos buscar un equilibrio en la información que consumimos y reconocer que, aunque las dificultades son parte de nuestro presente, el progreso también lo es. La evidencia muestra que, en muchas áreas, estamos en un camino ascendente. Mantener la perspectiva correcta es esencial para afrontar los desafíos futuros con un sentido de esperanza y propósito.