
Falta mucho, pero ya se habla de candidaturas presidenciales. Comenzamos mal auto discriminándonos cuando nos referimos a que es hora de que el País tenga un presidente costeño. No. Es hora de que el país tenga un presidente capaz, hacedor y no promesero, ejecutor, sin agenda oculta, sin inane palabrerío y prosopopeya, que entienda el rezago de las regiones, que haya sufrido pero también manejado el exagerado centralismo, que se preocupe por la gente, que sin mayores formalismos sea accesible, con experiencia administrativa, con autoridad, que exija eficiencia, en fin, es tiempo para que tengamos un buen presidente que nos mejore los índices. Y si todas esas condiciones recaen en un costeño, mejor que mejor.
Es que nadie va a votar por un candidato solamente por ser costeño. Al revés. Muchos interioranos nunca votarían por un costeño, si no los seduce su imagen. Incluso en la costa, que la ya casi tradicional homofagia nos vuelve renuentes a votar por uno de los nuestros, y siempre les encontramos peros y defectos. Ya nos ocurrió en los años setenta: “Ahora o nunca” decíamos (creyendo que el eslogan motivaría masiva votación costeña) cuando Evaristo Sourdis, importante hombre caribe, candidato presidencial con buenas probabilidades. Pero no votamos por él, en Neiva sacó más votos que en casi todas las capitales del Caribe, y todo terminó en una nueva frustración. Mucho hablamos de nuestro regionalismo, pero poco lo practicamos efectivamente.
No. La condición de costeño nunca va a ser determinante en una elección presidencial que, como todas, son coyunturales. Hoy por hoy ni siquiera la militancia en algún partido decide nada. Vargas Lleras, sabiéndolo, optó por inscribirse por firmas, apartándose del partido fundado por él. Pero tampoco. A las izquierdas de Petro y Claudia López les fue bien, pero no les alcanzó el voto antifuribista que los apoyó. No. Son las circunstancias del país las que ambientan las cosas, y son los candidatos los que atraen los votos.
No mueven aguja los que hoy suenan: Petro se enredó en su propia pita, Robledo no pasó de su gaseosa oratoria, Fajardo languidece día a día, a Carrillo le cantan sirenas, Holmes no se defiende, en fin, cero.
Se dice que una buena coalición de notables asegura el triunfo. Puede ser. Una coalición regionalista de Álex con, por ejemplo, Federico Gutiérrez, tendría gran acogida. Pero no nos desesperemos. Ello causaría severa y prematura urticaria a las élites bogotanas, que ya sabemos lo que son capaces de urdir con tal de impedir que el pudín se les salga de las manos. La cosa llegará, pero tengamos paciencia.
Coletilla personal: Cumplir sesenta años es algo especial. Y si no de nacido, sino de graduado de bachiller, lo es aún más. Tristemente, algunos no lo alcanzaron. Luis Pupo recientemente se nos ausentó. Pero para quienes seguimos aquí fue muy bacana la primera reunión preparatoria de los eventos que en noviembre se llevarán a cabo para la celebración del aniversario de los bachilleres del Colegio BIFFI La Salle promoción 1.960.
rzabarainm@hotmail.com
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