Entramos, como dirían los narradores de hípica, “en tierra derecha”, la recta final. Dentro de treinta días exactos el país elegirá al nuevo Congreso, que será determinante para escoger a quienes servirán de apoyo o de rechazo a las acciones del próximo gobernante. De ahí la importancia de las cercanas elecciones, en las que hay que esmerarse para participar, y para seleccionar a los mejores.

Empero, lo de las coaliciones para escoger algunos candidatos a la primera vuelta presidencial ha distraído su real objetivo, y atraído la atención ciudadana. Petro puntea en todas las encuestas, pero bien sabemos que éstas no son la verdad revelada, bailan al ritmo de la música de quien las contrate. El notorio ejemplo fue lo del Plebiscito, que no fallaron por unos pocos puntos, sino que en promedio daban 75-25 ganador al SÍ. La vez pasada, hace cuatro años, para éstas épocas todas también coincidían en una barrida de Petro, seguido de cerca por Sergio Fajardo, y no tan cerca pero con bastante opción marcaban Vargas Lleras y De la Calle como 3o y 4o puesto, mientras Iván Duque aparecía de 5o, por allá lejos del puntero. O sea que finalmente una cosa son las encuestas y otra los votos efectivamente depositados en las urnas.

Es que quedan dudas: Por ejemplo lucen en el Caribe demasiado grandes las diferencias de Petro con Álex y con Barguil. Es cierto que por aquí somos antropófagos y reticentes a votar por los nuestros, nos gusta más criticarlos; pero la homofobia costeña ha disminuido, ya entendemos las ventajas de contar con gente Caribe en los cargos del poder, así que no tienen mucho sentido los pronósticos, sobre todo después de haber sido Barguil promulgado candidato oficial del Partido Conservador, colectividad de indiscutible gran potencial electoral. No encaja. Como tampoco encaja que Ingrid, después de una larga ausencia, haya aparecido en paracaídas y esté superando a varios que se encuentran en el ruedo desde hace tiempo. Porque lo de Galán vaya y venga, aún quedan restos del viejo nuevo Liberalismo que, aunque el candidato sea frío y gris, aún el apellido suscita positivas remembranzas. Otra cosa son Oscar Iván Zuluaga y Rodolfo Hernández, éste recogiendo las renuencias al voto petrista, y aquél de víctima del desenfoque de Uribe, que con la Cabal hubiera librado una batalla mucho más prometedora. Caso aparte es el de Álex. Logró el montón de firmas en sólo treinta días evidenciando su gran acogida, cosa que asusta a los adversarios, sienten pasos de animal grande. Por ello acudieron a la politiquería baja y sucia, atacándolo personal y familiarmente, para supuestamente hacerle daño, disparo que les saldrá por la culata, pues nada que ver con su gran capacidad para gobernar y ejecutar. La futura primera dama le salió al paso al ataque, demostrando su inquebrantable decisión. Además con su habitual gran dignidad y distinción. ¡Álex presidente!!

Coletilla: Inmensa ovación para nuestros beisbolistas y para sus dirigentes. Se ganaron el ser incluidos en la Confederación.

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