Se cayeron los dañinos artículos del Proyecto de Ley petrista, la tal “paz total” que conduciría a la impunidad total, y a los delincuentes como hormigas paseando por el mesón rastreando golosinas. O sea, que el ejemplo del Partido Liberal (buena por el ex presidente César Gaviria) apoyando a Vargas Lleras y al uribismo arrastró a la mayoría, es decir a los otros partidos, incluidos los inefables godos, a anteponer los principios y la salud nacional a los intereses burocráticos y económicos.
Es que los petristas quedaron ardíos. Se creían dueños de la mayorías parlamentarias, pensaron que podían imponer lo que fuera, y desbocados presentaron todos sus desvaríos, entre ellos el que permitía al presidente indultar a los malandros que participaron en la vandálicas revueltas que ellos mismos llamaban “protesta social”. Cuando apenas estaba en estudio el adefesio el viceministro del interior hizo liberar a unos malandros que estaban presos, insólito abuso de autoridad que muestra cómo actuarían los funcionarios de estar aprobada la ley. Después disfrazaron el abuso con la anuencia del comandante de la policía quien, no se sabe si porque muy contento en el cargo avalará lo que sea, o porque siente que desde la comandancia puede en algún momento frenar algo más dañino que la libertad de unos mercenarios de medio pelo. Algo como lo del ministro Ocampo controlando las estupideces que plantea el gobierno, que no se sabe hasta cuándo aguantarán tanto el ministro como Petro.
La rebelión liberal movió también a pegarle una peluqueada a la reforma tributaria petrista, que estaba plagada de soportes comunistas lesivos para el país y para la economía. Once líneas rojas mandó Gaviria, les tocó sentarse a intentar conciliar y cuando esto se escribe aún no se sabía el monto de la peluqueada, que más que la cifra les arde perder las arandelas que tenía colgadas con propósitos oscuros, que no inconfesables porque manejan tal gigantesca desvergüenza y desfachatez, que sin rubor alguno plantean cualquier monstruosidad, como eliminar la explotación minera y de hidrocarburos, para empobrecer al país y dejar al pueblo dependiente de las dádivas del gobierno; o el afán de fracturar y desestimular a la fuerzas armadas; o el derrotado indulto de la paz total para maleantes que deje abierta la puerta para la creación de delincuenciales colectivos; o el interés de destruir todo lo avanzado en materia de salud, para así convocar médicos cubanos que adoctrinen a la gente en las veredas; o la propuesta de reforma política para favorecer al petrismo, o las erráticas y absurdas declaraciones de sus ministros, que no fueron por desinformados o despistados, sino puestos ahí como estrategia para desorientar y para incendiar, que liquidaron la confianza inversionista que disparó el dólar y la inflación, comenzando su tarea destructora.
Ojalá que la rebelión liberal, no importa que estén como partido de gobierno, siga dando ejemplo y arrastrando a la U y a los consejeros godos a preservar al país, y que los petristas sigan ardíos.
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