Normal que en todo grupo o comunidad haya conceptos y opiniones diferentes y hasta divergentes. En cualquier reunión siempre alguien lleva la contraria a lo que dijo el otro, y hasta se discute, que mientras no pasen de ahí son fuente de conversación, y hasta constructivo puede ser el disenso, siempre y cuando sea educado. O por lo menos civilizado.

Pero hoy les ha dado por mostrar al disenso como dañino, satanizándolo y llamándolo polarización. Es que en Colombia la cosa es diferente: la izquierda es violenta, destructora, quiere imponerse a la fuerza, mientras la “derecha”, léase Duque, sólo gobierna, bien o mal, pero se limita a defenderse y a tratar sin mucho éxito de imponer la ley y el orden, lo que envalentona y radicaliza a la izquierda, pues toda minoría siempre aspira a convertirse en mayoría y, consecuencialmente, gobernar. El tema sería aceptable si la izquierda no se apoyara con delincuentes ni se manifestara con letales aglomeraciones, vandalismo, bloqueos, saqueos, llegando hasta el extremo de atentar a bala contra el presidente.

Tenemos entonces a Petro y su combo liderando la izquierda, y a Uribe y su gente liderando la derecha. Petro a que crezca el antiuribismo, y Uribe a minimizar el petrismo. Es el escenario que a todos ha dado en llamar la horrible polarización que hay que acabar. Aparece entonces Sergio Fajardo como la personificación del Centro, o sea, ni aquí, ni allá. Fajardo la vez pasada obtuvo una buena votación en su campaña presidencial y, así como Petro se apropió de los votos antiuribistas, Fajardo de los de quienes no queriendo votar por Petro, tampoco quisieron apoyar a Uribe. O sea, ambos exhiben una votación mentirosa. Una especie de no pero tampoco. Por ello ahora a Fajardo le dio por representar al centro.

Santos, político torticero y tacador a más de tres bandas, vio la tremenda oportunidad de volver a mandar y, tras bambalinas, con De la Calle y Cristo, los mismos de siempre que apoyaron a la guerrilla, los puso a rodear al gris Fajardo y armó lo que ellos mismos denominan “la coalición de la esperanza”, esperanzados en que la gente, por la moda del centro, los apoye masivamente. No hay que comerles cuento. Son Petro disfrazado. O peor: Santos maquillado.

¿El centro?¡Nooo! El centro es como el gris: Ni blanco ni negro. ¿Otro gris en Palacio? Con Duque ya tenemos suficiente centro. Los problemas del país no se resuelven con inanes diálogos ni con hipócritas negociaciones mientras secuestran la justicia y la educación, sino con ley y orden, sin esguinces, sin paños tibios, con mano dura, y con decidido apoyo político. Afrontemos y derrotemos a la ominosaizquierda desde la derecha, abiertamente, no con “el que diga Uribe” ni los tibios godos ni con ningún partido politiquero, sino desde la propia derecha,con alguien contundenteque toca saber escoger,porque es mucho lo que está en juego.

Coletilla: Felicitación a César Lorduy por la condecoración que hoy le otorga la Cámara de Representantes reconociendo su gestión y buenos oficios. 

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