La relación entre tecnología y espionaje es tan antigua como la civilización y hace parte de nuestra cultura popular. Las escenas donde James Bond llega al taller de Q – el jefe ficticio del laboratorio de investigación y desarrollo tecnológico de la agencia de inteligencia Británica – a recoger los últimos dispositivos creados para su labor como agente secreto, son recordadas vívidamente por todos los amantes del 007. Muchos de las invenciones más importantes del último siglo han sido impulsadas por proyectos asociados a temas de defensa e inteligencia, desde los supercomputadores, los aviones espía, y satélites, fueron iniciativas de alto costo financiados por estados para espiar sobre otros.

El gran cambio en los últimos 20 años se deriva de la existencia de más de 8.500 millones de teléfonos inteligentes en el mundo, donde el costo de cámaras, micrófonos, GPS y otros sensores ha disminuido rápidamente. El hecho que ya la mayoría de los teléfonos, computadores y carros capturen todo tipo de información los convierte en generadores potenciales de data valiosa para los gobiernos del mundo y cambia de manera estructural la forma en que operan los servicios de inteligencia.

Las nuevas preocupaciones empiezan a ser diferentes. ¿Será que TikTok puede ser utilizado para lavar los cerebros de los jóvenes y convencerlos de ir a votar por uno u otro candidato en unas elecciones? ¿Puede Huawei ser proveedor de equipos críticos para la transmisión de datos cuando esos equipos pueden ser manipulados para espiar?

La existencia de esa vigilancia omnipresente crea oportunidades y dificultades para el oficio. Una primera complejidad es que los mismos espías son más fácilmente reconocidos a través de herramientas biométricas, particularmente en el control fronterizo, que revelan las discrepancias entre las características físicas y las identidades falsas. Otra es que la existencia de 1.000 millones de cámaras de vigilancia en el mundo dificulta enormemente los actos operativos donde se hace un intercambio o una reunión clandestina. Y muchas de estas cámaras ya pueden identificar individuos por su forma de caminar o rasgos físicos.

Estos riesgos han hecho de la búsqueda de inteligencia a través de la intercepción, o más coloquialmente las famosas chuzadas, se conviertan en un elemento cada vez más importante del espionaje. Hoy en día es el internet el principal foco de intercepciones y por eso el sello de “end-to-end encryption” de cualquier comunicación digital se vuelve más relevante, como lo muestran Whatsapp y Facebook. Sin duda el trabajo de Bond se ha vuelto más difícil.