El venture capital (VC) o capital emprendedor ayudó a respaldar en sus inicios a siete de las diez empresas más grandes del mundo por valor de mercado hoy.
El objetivo de la industria es encontrar emprendimientos de base tecnológica, con alto potencial de crecimiento y escalabilidad, y apostarle con capital para encontrar rendimientos excepcionales. Nació como un nicho para apoyar startups en Silicon Valley hace unas pocas décadas y en los últimos 10 años ha tenido una explosión donde se han multiplicado en 6 veces las inversiones totales globales de VC de casi US $77.000 millones en 2013 a US $445.000 millones en 2022.
Luego del efecto expansivo que la pandemia generó en la mayor adopción mundial de nuevas tecnologías, sumado al rápido crecimiento de las tasas de interés globales y la mayor volatilidad de los mercados energéticos, la coyuntura está obligando a unas reflexiones profundas sobre lo que viene en VC.
Este es el contexto en el que ocurrieron las discusiones que se llevaron a cabo esta semana en UpNext, un evento que ocurrió en Washington DC, organizado por 500 Global, uno de los fondos de VC más importantes del mundo y de los primeros en apostarle de manera decidida a Latinoamérica. Las conversaciones giraban en torno a una intersección de tres temas centrales: una nueva era político-económica para la tecnología global, el surgimiento de regiones estrella en economías emergentes y los sectores de tecnologías transformadoras. Salieron a relucir reflexiones fundamentales, como la importancia del diálogo entre los VC y los tomadores de decisión de políticas públicas, el reto de la creciente tensión entre USA y China, el impacto global de Latinoamérica y el potencial aplicado de la inteligencia artificial (IA), el blockchain y la computación cuántica.
Es claro que la tecnología ha sido los cimientos sobre los cuales se ha construido la mayor creación de valor en la historia empresarial reciente. Pero lo que nos muestran estos espacios de deliberación es que, valga el cliché, esto solo es el inicio. La aparición casi instantánea de miles de aplicaciones para la IA, o nuevos dispositivos como las recientemente anunciadas gafas inteligentes de Meta en alianza con Ray-ban, demuestran que la innovación no para. Y ahí es donde la energía de los fundadores de startups, con gran foco y motivación por resolver problemas complejos, es palpable. El rol de los VCs será seguir buscando, apoyando y acompañando desde sus orígenes a esos talentosos emprendedores que quieren cambiar el mundo.
* El autor de esta columna es Socio Director de Storm Capital, un fondo de VC