La pandemia nos tiene ansiosos de certezas inalcanzables para una lista sin fin de preguntas. Analicemos una reciente: ¿Cuánto dura la inmunidad si me dio el COVID-19? Por un buen rato la respuesta inevitable será “todavía no lo sabemos”. Eventualmente, la ciencia, reflejando una terca manía de la naturaleza, nos ofrecerá como respuesta una campana de Gauss, en lugar del confort de un número preciso de años. En el centro de ella estará el promedio, que será más representativo de la mayoría mientras más esbelta resulte su figura. Hacia el lado derecho encontraremos unos pocos afortunados cuya auto protección se prolongará más; hacia el izquierdo habrá otros cuantos con una duración fugaz de la misma. Incluso se han identificado algunos que, para su frustración, no generaron anticuerpos. Éstos han sido objeto inmediato de investigación, encontrándose que algunos de ellos utilizaron un exitoso mecanismo alterno de defensa, llamado células T; hallazgo a su vez prometedor para el desarrollo de vacunas y tratamientos.

En el siglo 5 A.C., Demócrito concibió el universo constituido por átomos, como única salida lógica para zanjar tesis aparentemente incompatibles de sus predecesores. Tuvieron que pasar 25 siglos y la revisión de paradigmas de la física por Newton y Einstein antes de que la bomba atómica corroborara brutalmente su asombrosa concepción. 250 años antes de Cristo, Aristarco reflexionó que la tierra giraba alrededor del sol y no lo contrario. Se necesitaron siglos de observaciones de cuerpos celestes iniciados por Tolomeo y los avances de la trigonometría para que en el siglo 16 Copérnico pudiera demostrar la validez de su razonamiento. En el ínterin, la alquimia y las religiones proveyeron respuestas tan seguras como equivocadas que apaciguaban la incertidumbre y la curiosidad. Creer en asuntos no demostrados no es producto de la razón, ni del conocimiento, sino de la voluntad; por eso creer cualquier cosa, sin importar su veracidad, es el más inalienable de los derechos humanos. Con la COVID-19 no es diferente. Dado que solo 1 de cada 20 contagiados va a dar a un hospital, la probabilidad de que cualquier brebaje tenga un éxito aparente es de 19 sobre 20, oportunidad de oro para los alquimistas del siglo 21. Los tiempos de la ciencia son los que son y suelen producir para tristeza o alegría resultados inesperados que, a diferencia de los dogmas, siempre serán susceptibles de ser revisados.

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