La técnica de extracción de gas llamada fracking, o extracción no convencional, nació con este siglo en los Estados Unidos. Tras un período de ensayo y error llegó a representar el 5% de la producción total de gas del país en 2007. Con las lecciones aprendidas, no solo de productividad sino de responsable manejo ambiental, su participación se disparó hasta llegar el año pasado a dos tercios de la producción total, que se incrementó un 70% en esos 11 años, a 71 billones de pies cúbicos diarios (Colombia produce 1 billón de pcd). Es decir, el año pasado EE. UU. produjo más gas a través de las técnicas de explotación no convencional que todo el que se producía 11 años antes y, aun así, logró extender las reservas a 90 años (Colombia tiene menos de 10 años).
Consiguió además en 2012 recuperar el primer lugar como productor mundial de gas, puesto que había cedido a Rusia 30 años antes. La abundancia, a su turno, llevó a la precipitación de los precios internos, lo que convirtió al gas en el combustible más competitivo para la generación eléctrica. Tanto así que desde 2015 destronó al rey carbón como la principal fuente para generación de electricidad en EE. UU.
El fracking llegó a la producción de petróleo un poco después del gas y sus resultados no fueron menos espectaculares. Gracias a esa técnica EE. UU. duplicó su producción de petróleo, de 6 a 12 millones de barriles diarios entre 2011 y 2018 (Colombia no llega a 1 millón de bd), desplazando a Arabia Saudita como el mayor productor mundial de petróleo. Logro de inmensas repercusiones no solo económicas sino geopolíticas, al disminuir el país su dependencia de las importaciones del 60% en 2005 al 35% hoy, debilitando así el apretón de la OPEP sobre los mercados mundiales.
Pero no solo los productores de carbón de EE. UU., los generadores de energía con base en él y el cartel de la OPEP han sentido en carne propia el éxito del fracking. El carbón colombiano tuvo también que asimilar el cambio porque ese país dejó de ser nuestro mejor cliente y, además, sus productores de carbón, ante el colapso del mercado interno, se convirtieron en competidores del carbón colombiano en los mercados internacionales arrastrando a la baja los precios.
Del automóvil a la aviación, de la bomba atómica al viaje a la luna, de la computación a internet, Estados Unidos ha dado muestras de una formidable capacidad de aunar tecnología e inversión para resolver las complejidades de esos desafíos ocasionando verdaderas revoluciones técnicas, sociales y económicas, luego replicadas globalmente. El caso de la extracción del gas y del petróleo a través del fracking es un ejemplo más que ha requerido billones de dólares y el aporte de docenas de miles de ingenieros durante dos décadas. Rechazar la oportunidad de usufructuar esos avances iría en detrimento de nuestro progreso económico y social y sería un daño autoinfligido inaceptable.