
Las quebró el Estado
Para la mayoría de las empresas que están funcionando a media marcha es más importante un alivio que les permita cumplir con las obligaciones existentes al inicio de la pandemia que incrementar su endeudamiento. Por eso un buen salvavidas para muchas sería otorgarles dos años de gracia a capital e intereses.
Los Estados de todo el mundo reaccionaron a la pandemia de manera semejante al sistema inmunológico de algunos pacientes del Covid-19: con una hiperreactividad que terminó complicándolos gravemente. En cada país esa reacción atacó la economía hasta el punto de haberse roto todos los récords globales de recesiones anteriores. Dado que el sistema económico mundial es capitalista desde Estados Unidos hasta China, con pocas y arruinadas excepciones, la infección se ensañó con las empresas. A todas las pertenecientes a una larga lista de sectores las paralizó por tiempo indefinido, parálisis que se contagió de inmediato a proveedores y clientes.
Los gobiernos pueden exculparse por ese resultado pues su decisión, basada en la escogencia del mal menor, fue aceptada por una gran mayoría en todo el mundo, quizás por vez primera en la historia. Pero no pueden sustraerse de su responsabilidad, no solo porque fue producto de decisiones deliberadas, sino, más relevante aún, por ser hoy el único agente económico con capacidad de conseguir endeudamiento a muy largo plazo, a muy bajo costo y en el orden de magnitud necesario para mitigar la pandemia empresarial ocasionada. En el caso de Colombia, más de cien mil empresas cerradas, y contando, y más de cuatro millones de desocupados adicionales, para no agobiarnos con más datos.
El capitalismo acepta como parte esencial de sus reglas de juego la desaparición de empresas ineficientes, desplazadas por otras con diversas ventajas de competitividad; causal inexistente en esta ocasión. En algunas crisis ha sido tolerada una excepción con el dictum anglosajón: “too big to fail”, “demasiado grande para dejarla quebrar”, argumentado para rescatar automotrices y bancos; discriminación inaceptable por injusta esta vez. Propongo remplazarlo por “too many to fail”, “demasiadas para dejarlas quebrar”; no limitando el rescate a un sector y menos a una empresa. Todas las que hayan perdido más de una fracción, digamos 35%, de sus ingresos en el segundo trimestre de 2020 con respecto al primero, obedeciendo órdenes gubernamentales para salvar vidas, merecen y deben ser auxiliadas.
Para la mayoría de las empresas que están funcionando a media marcha es más importante un alivio que les permita cumplir con las obligaciones existentes al inicio de la pandemia que incrementar su endeudamiento. Por eso un buen salvavidas para muchas sería otorgarles dos años de gracia a capital e intereses. Estos últimos subsidiados totalmente por el gobierno, pagaderos directamente a los bancos a una tasa reducida, tal vez 70%, de la tasa original de cada préstamo prexistente, con topes, por ejemplo, de $10 mil millones por empresa. Un cálculo grueso del costo de un subsidio así estructurado para créditos por hasta $50 billones sería inferior a $10 billones de pesos (de presupuestos 2020, 2021, 2022) y podría favorecer miles de empresas. Al alcance. ¿Qué esperamos?
rsilver2@aol.com
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