
Dilemas éticos
En este país y sus circunstancias aciagas, tristemente decirlo: hay que proteger a los médicos pues la sociedad les ha perdido respeto y confianza.
La rifa de la vida. Así estamos en Colombia producto de la pandemia y de la insensatez. En dos semanas el sistema de salud ya inundado estará desbordado: no hay camas hospitalarias y disponibilidad de UCI. Lo mejor que tenemos, el recurso humano, romántico, está agotado. El número de casos clínicos superará la oferta disponible en esta imparable tercera ola. Hay mística en nuestros médicos, pero no hay energía en su vocación y los han llevado, con la irresponsabilidad del comportamiento colectivo, al dilema ético de elegir quien o quien no sobrevivirá. Quién ganará la lotería de la cama de cuidados intensivo y cual paciente quedará a merced de la historia natural de la enfermedad. Esta determinación se denomina triaje ético. Tomar la providencia justa y tener en cuenta el derecho a la vida sacude los principios más profundos del cuerpo médico.
La rotación de camas hospitalarias y de cuidados intensivos está más demorada que lo usual. El 6.1% de los pacientes con covid-19 requerirá UCI, la duración promedio de un enfermo allí es de 21 días y la estancia en pisos de 12 días. Todo esto dilatará aún más la disponibilidad de camas en los dos servicios. En ese orden de ideas, hay que orientar esta decisión de recursos limitados bajo la premisa de la Ética Médica. El Principio de Beneficencia, que persigue lo mejor para el paciente. El Principio de Justicia y la distribución justa de los escasos medios disponibles.
Tenemos en los últimos días un promedio de contagios de 17.000 casos nuevos. Es decir, 100 pacientes nuevos requerirán UCI. Hay una ocupación actual del 85% de las camas uci en un esfuerzo mayúsculo del gobierno que alcanzó a habilitar 12.623 camas, duplicando en un año esta oferta hospitalaria. De estas camas casi 7000 están ocupadas por pacientes covid y 3000 por otras enfermedades. ¿Quién se gana el número premiado de la lotería de la cama covid?
No hay país en el mundo que pueda ofertar o garantizar 100% de atención para sus ciudadanos. La cobertura universal: quimera. La disponibilidad de recursos: limitados. La pandemia en Colombia ha descubierto la escasez que tenemos y lo poquito que hay debemos, por principio moral, distribuirlo en forma equitativa. Este es el triaje. No puede ser por orden de llegada o clase social o poder económico o posición política. Debemos elegir para maximizar el mayor beneficio médico. Cuál será el escenario para los profesionales de la salud, en menos de dos semanas, cuando su conducta la guie “Lex artis ad hoc” o ley del arte médico en esta emergencia sanitaria. El respeto a los derechos y a la dignidad humana es el principio rector y articulado con la autonomía del paciente enfermo.
Durante este año se han reportado múltiples ataques a misiones médicas (hace dos días en Cali. Ayer, una ambulancia que transportaba prematuro desde Tocancipa: él bebe murió)) y agresiones al personal de salud durante la atención de paciente de la emergencia sanitaria. La irracionalidad del comportamiento observado y las muestras de agresividad preocupan y lo hemos visto cuando el familiar tiene un desenlace desafortunado. Ahora bien, cuando la decisión no beneficia al familiar enfermo para acceder a los servicios de SVA (soporte vital avanzado), cómo será la respuesta del acompañante. Que espanto: el duelo revolviendo el odio de las entrañas y acumulado durante la ignominiosa pandemia aupada por el terrorismo. En este país y sus circunstancias aciagas, tristemente decirlo: hay que proteger a los médicos pues la sociedad les ha perdido respeto y confianza.
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