Pues, es claro que las elecciones presidenciales de 2022, posiblemente se constituyan en el último escenario de oportunidad democrática posible que tendrá el pueblo colombiano, para cambiar libremente su triste historia de abusos, engaños, mentiras, pobreza y muerte, circunstancias de las que ha sido inmisericordemente objeto, de manos de una clase política ruin.

La politiquería madre de todos los males de Colombia históricamente se ha ensañado con la Nación, su brazo político ha sido la corrupción presente en los últimos 20 gobiernos de turno sin distingo alguno. Narcotráfico, paramilitarismo y saqueo a las arcas públicas, siempre fueron medio y fin, de políticos de todos los pelambres para detentar el poder. Tal vez ningún partido o movimiento político pueda tirar la primera piedra.

La guerrilla también se encarnizó con el pueblo que con engaño decía defender. De tal suerte, que políticos y guerrilleros han sido por igual verdugos de los connacionales colombianos, en una simbiosis en la que se necesitan y complementan perfectamente para hacer sus fechorías, perjudicando siempre el bienestar de la Nación.

Entonces, las elecciones presidenciales de 2022 marcarán sin duda el punto de quiebre, para sepultar ojalá de una vez por todas a las hienas del erario, corruptos, narcotraficantes y paramilitares, identificados con credenciales de políticos.

La izquierda, el centro y la derecha, como explicación del espectro político colombiano, se ha convertido en fachada para la construcción de un discurso político utilitario electoral. No hay partidos ni movimientos políticos en Colombia, solo existen microempresas delictivas electorales, debido a que en realidad no se identifican con filosofía política alguna, no presentan diferencia conceptual entre unos y otros, han perdido su independencia y solo esperan la alternancia en el poder para robarse la hacienda pública, en todos los niveles de la administración, tal como lo demuestran los anales judiciales. Solo se representan a sí mismos, a sus intereses o a los de sus patrocinadores exclusivamente.

Los partidos y movimientos políticos, en las corporaciones de elección popular están caracterizados por “jugaditas”, siempre de moda para la conformación de coaliciones mayoritarias, coincidentes en: i.-Un unanimismo aterrador cómplice para la elección de los Órganos de Control con claras instrucciones de no controlar nada. ii.- Falta de control político haciendo nugatorio el principio de frenos y contrapesos, ilustrado por ciudadanos con credencial acomodados y felices, siempre de rodillas sin escrúpulos para aprobarlo todo. Y, iii.- Otorgamiento de facultades especiales para la suscripción de contratos, empréstitos y el endeudamiento público ilimitado, como catalizador de cualquier componenda que haya que hacer.

Tristemente tal panorama durante el paso de los años ha sido el entramado político recurrente por donde obligadamente ha transitado la Nación colombiana, el cual no pudo ser más oscuro, en tanto se encuentra transversalmente adornado por: la corrupción, la negación de los derechos del pueblo y el enriquecimiento de la clase política dirigente con dineros púbicos, conducente a una pobreza mental y económica exponencial, que pretende prácticamente condenarnos de por vida.

“Ojo con el 2022” esta advertencia, no se puede: 1.- Utilizar para causarnos un temor que paralice nuestras ideas, deseo de cambio, la esperanza y posibilidad real, de ser una sociedad más equilibrada, justa e incluyente. 2.- Platear como estrategia de marketing politiquero electoral para el continuismo de una clase política voraz. 3.- Presentar como medio de estigmatización de quienes piensen diferente del régimen. 4.- Usar para coartar con más engaños la libertad del voto, el pensamiento crítico, propositivo inteligente e independiente del ciudadano. 5.- Establecer como medio de alternancia de oscuros intereses particulares personalísimos. 6.- Imponer como elemento distractor del evidente deterioro de los cimientos del sistema democrático de gobierno en que nos encontramos, caracterizado por limitar los derechos y garantías ciudadanas. Y, 7.- Mirar como una simple advertencia bien intencionada, pues en ella subyace el mensaje mesiánico, que nos tiene divididos como sociedad, sin norte, en desgobierno y utilizados como bobos.

“Ojo con el 2022”, aprovechémoslo para rodear un nuevo liderazgo que sea capaz de: A.- Unir al país en torno de los derechos y libertades que sin distingo deben garantizarse por igual a los colombianos. B.- Entender que la dignidad humana es la razón de ser del Estado Social de Derecho que nos rige. C.- Garantizar los principios de separación de poderes, pluralidad, justicia, paz y libertad, entendiendo que son indispensables e inquebrantables, dentro del Sistema de Gobierno Democrático, que reclama el pueblo colombiano. Y, D.- Trabajar por la reivindicación social de las grandes mayorías excluidas, ignoradas y pisoteadas por una clase política que se encuentra de espaldas a sus propias realidades.

Señoras y señores, hay que votar bien, en secreto, libre e independientemente, por los mejores, los más pulcros, transparentes, sin tachas ni investigaciones pendientes. Por propuestas y programas sin abrirle espacio al miedo, ni a manipulaciones centradas en asuntos: religiosos, cuestionando libertades individuales, presentando aspectos moralistas y de censura de pensamiento, utilizados la mayoría de las veces como estrategia de campaña por individuos altamente controvertidos, muchas veces judicializados y por quienes hacen gala de su doble moral y falta de ética. No nos dejemos seguir tratando como desechables. “Ojo con el 2022”.