No me siento lista!. Luisa Fernanda y Helen eran primas, amigas y confidentes inseparables. “Luisa Fernanda no era mi prima, yo la amaba como se ama una hermana”, destrozada Helen responde mi llamada con la que pretendía narrara lo sucedido.
Era sábado 2 de octubre de 2022, Helen iba camino a recibir sus clases en la Facultad de Medicina de la Universidad Metropolitana. Para la fecha, habían pasado tan solo l6 días, desde aquella noche en que Luisa Fernanda cayó en una alcantarilla, en el muladar en que se encuentra convertido parte del corredor universitario.
Abruptamente corta nuestra conversación con un: “La verdad yo quisiera ayudarlo, pero en el momento no me siento lista. No es el momento”. El sentimiento de dolor de Helen logró traspasar a través del teléfono, llenándome del mismo escalofrío sentido cuando en mis brazos falleció Daniel, mi padre.
Posiblemente lo sentido por Helen también lo sentí. Lo explican investigaciones científicas publicadas en The American Journal of Psychiatry, “a lo largo de la vida la muerte inesperada de un ser querido se asoció con una mayor vulnerabilidad para los trastornos psiquiátricos tales como: la depresión, trastorno de estrés postraumático, episodios maníacos, fobias, trastorno de pánico y trastornos por consumo de sustancias”.
21 años después de la muerte de mi padre, se me dificulta hablar y no he logrado llenar el vacío de su dolorosa perdida, como Helen, en definitiva, probablemente aún ¡No me siento listo!...
Bienvenido al Boulevar de Muerte en Puerto Colombia. Cerrado el diálogo con Helen, al filo de la 1:00 pm me dirigí al corredor universitario, en la marcha me topé con un pintoresco, “Bienvenido a Puerto Colombia”, este aviso es el inicio de un boulevar de poco menos de un kilómetro de distancia, que llega, para el efecto, hasta una rotonda en inmediaciones de las vías de acceso al campus de la Universidad del Norte.
En el recorrido logré contabilizar 29 “hoyos”, entre: alcantarillas y cunetas sin tapas. Mi filmación las muestra rodeadas de cintas de protección peatonal, inexistentes en la fatal noche de la caída de Luisa Fernanda, en una alcantarilla de 7 metros hondos.
Vinieron a mi mente imágenes de dolor de las víctimas de los campos sembrados de “Minas Quiebrapatas o Antipersonales”, mis hijos, nietos y tantos niños, jóvenes e inclusive adultos, barranquilleros y porteños, quienes estudian en la multiplicidad de centros educativos del área, viéndose obligados a batirse a muerte en su tránsito entre 29 alcantarillas amenazantes con tragárselos.
Volví a las 11 pm del martes 4 de octubre de 2022, aquel aviso de bienvenida al municipio caribeño, por falta de suficiente alumbrado público, entre sombras parecía decir: “Bienvenido al Boulevar de Muerte en Puerto Colombia”. En mi recorrido por aquel valle de muerte, en el que murió Luisa Fernanda, logré contabilizar y filmar la falta de 23 bombillas luminarias.
El Estado, sin duda, deberá responder por: 29 omisiones, 23 luminarias y una muerte.
@orlandocaba