La transición energética global es esencial para combatir el cambio climático, pero enfrenta un desafío crucial en la Región Caribe colombiana. Un análisis reciente realizado por Fundesarrollo y Cesore destaca un dilema significativo: una reducción abrupta en la producción de combustibles fósiles podría disminuir el PIB regional en un 10.6% y el PIB nacional en un 8.7%. Departamentos como La Guajira y Cesar, que dependen en gran medida de los ingresos provenientes de las actividades minero-energéticas, podrían enfrentar una crisis económica sin una acción estratégica adecuada.
Por ello, hacemos un llamado al Gobierno Nacional para implementar una transición energética gradual, acompañada de una diversificación económica. No basta con cerrar la puerta a los combustibles fósiles sin ofrecer alternativas que aseguren la estabilidad económica y fiscal de las regiones afectadas. La dependencia de las regalías para financiar presupuestos locales subraya la urgencia de encontrar nuevas fuentes de ingresos para evitar el colapso de las economías regionales.
Además, la transición hacia energías renovables debe ir más allá de una simple sustitución. Aunque las energías alternativas son limpias, no generan regalías como los combustibles fósiles, lo que plantea una paradoja: al intentar resolver problemas globales, podríamos generar crisis locales. La falta de iluminación en muchas comunidades caribeñas y la alta proporción del ingreso que destinan a servicios públicos evidencian las brechas que los nuevos proyectos energéticos deben abordar.
La inversión en proyectos de energía alternativa es crucial, pero tiene que ir acompañada de un compromiso con el desarrollo local. Las comunidades rurales, indígenas y afrocolombianas, que a menudo son las más afectadas por la extracción de recursos en sus territorios, deben experimentar mejoras tangibles en su calidad de vida. No es solo recibir acceso a electricidad, sino también beneficiarse de infraestructura esencial como escuelas y centros de salud.
Una planificación cuidadosa y la colaboración entre el gobierno, las comunidades y el sector privado son esenciales para una transición energética exitosa. No se trata solo de cambiar la matriz energética, sino de garantizar que los beneficios se distribuyan de manera justa y equitativa. Los proyectos de energías renovables deben considerar su impacto ambiental y social, evitando la afectación de corredores biológicos y sitios sagrados. Solo así se podrá asegurar una transición que respete el medio ambiente y promueva el desarrollo sostenible y equitativo de las regiones afectadas.
Directora Ejecutiva de Fundesarrollo