Hace unas semanas el Consejo Privado de Competitividad (CPC) presentó el informe Nacional de Competitividad 2023-2024. Una versión en donde la construcción de confianza en la sociedad aparece como eje central. Uno de los capítulos del reporte hace referencia a el capital humano, en particular se menciona cómo el desarrollo de habilidades, conocimientos y capacidades en la primera infancia, podrían contribuir en la etapa adulta al crecimiento económico, promover la innovación y el desarrollo social. Los países que priorizan la inversión en etapas tempranas de desarrollo tienen una mayor capacidad de respuesta a los constantes cambios tecnológicos, a ser más productivos y a superar las barreras de movilidad social.
La necesidad de concentrar recursos en los primeros años debería de ser una de las principales apuestas del país. El periodo que va desde el nacimiento hasta los ocho años se caracteriza por el desarrollo significativo del cerebro y constituye una oportunidad para la educación. Una niñez sana y segura contribuye a un mejor aprendizaje, a una mayor capacidad de alcanzar su potencial de progreso en la adultez, y facilitar su reincorporación económica y social.
Según las proyecciones del censo de población 2018 habría en Colombia cerca de 4.5 millones de niños y niñas entre los cero y los cinco años quienes viven, un gran parte, en hogares con altos porcentajes de pobreza monetaria, la cual tiende a aumentar entre mayor sea el número de menores en el hogar, alcanzado incluso esta última niveles de incidencia del 90%. Además, cuando se analiza la pobreza multidimensional, se perciben importantes diferencias entre las regiones del país. Uno de los mayores porcentajes de privaciones en el acceso integral de la primera infancia, se encuentran en la región Caribe con 9 de cada 100 hogares. Lo anterior, no solo refleja las dificultades que enfrenta la niñez en Colombia para acceder a una adecuada alimentación, sino también, las implicaciones que esto tiene en su crecimiento físico y mental que terminará afectando su desarrollo cognitivo, e impactando su proceso de formación académica y capacidad de aprendizaje.
Por lo que lograr garantizar el acceso a la alimentación de la primera infancia y definir estándares de calidad nutricional en los centros de formación, resulta prioritario si desea alcanzar mayores niveles de crecimiento económico y bienestar social. Conseguir buenos entornos para la niñez es un trabajo que requiere de la articulación entre instituciones educativas, docentes, estudiantes y familias para obtener resultados integrales en las nuevas generaciones en Colombia.
*Directora Ejecutiva de Fundesarrollo.