Esta semana se conoció que el acceso gratuito a la educación superior en las instituciones públicas (IES) está a punto de entrar en vigencia, luego que el proyecto de ley de Matrícula Cero fuera aprobado en el Congreso y pasara a sanción presidencial. La normativa beneficiará a todas las personas que quieran ingresar a cursar un programa de pregrado en las universidades estatales. El proyecto de ley beneficiaría a $1.2 millones de personas y tendría un costo total anual de $1.4 billones.

Dentro de las dificultades que podría tener esta iniciativa se encuentran, por un lado, la limitada capacidad y recursos asignados a las IES, lo que implica que con una política de matrícula cero dichos recursos tendrían que repartirse entre más estudiantes, aumentando la competencia por los mismos cupos con aquellos que provengan de colegios de mejor calidad, lo que resultaría en una asignación ineficiente de subsidios, empeorando aún más la desigualdad. Así mismo, se mantiene el criterio de focalización por estratos que es una clasificación de la vivienda y que no siempre refleja el nivel socioeconómico de las personas que la habitan. En Colombia, un poco más del 40% de los hogares en estrato 2 y 3 se encuentran por encima de la mediana de ingreso, lo que quiere decir que a través de este criterio se corre el riesgo de otorgar subsidios a hogares que no lo necesitan. Además, se requerían fuentes adicionales de ingresos para cubrir lo que las instituciones de educación superior dejarían de recibir por concepto de matrículas, es decir, mayores impuestos o menores recursos a otros sectores para asignarlos al de educación. Finalmente, esta política sería ideal si el país no tuviera aún grandes retos en calidad de la educación.

La gratuidad en universidades públicas existe en países como Alemania, Islandia, Noruega y Finlandia los cuales tiene sociedades más igualitarias y sistemas tributarios progresivos. En Alemania, el no cobro de matrículas en las IES se financia con mayores impuestos y cobija también a estudiantes extranjeros. El país le apunta a la atracción de talentos y conocimiento que terminen generando empleo, pero además les basta con que solo el 40% de los estudiantes extranjeros se queden por cinco años y paguen impuestos, para recuperar los costos incurridos. La gran diferencia con Colombia, es que en las IES alemanas existen suficientes plazas para todos y no se presentan grandes diferencias en la calidad de la educación básica y media por ingresos y regiones. Habrá que esperar cuáles serán las condiciones que el Gobierno establezca para mantener la gratuidad durante toda la carrera así como los criterios para perder el beneficio.

*Directora Ejecutiva Fundesarrollo