La relevancia del sector industrial en la región Caribe se remonta a los siglos XIX y XX con la apertura al comercio exterior de Sabanilla a través del puerto marítimo y fluvial, la instauración en 1914 de Fábricas Obregón, la principal empresa textil nacional, que trajo consigo el establecimiento de otras fábricas en el territorio y el posicionamiento de Barranquilla como la tercera ciudad industrial de Colombia. Incluso, a finales del siglo XX, la industria del departamento del Atlántico creció por encima de Bogotá y Antioquia, pero fue posteriormente superada por Cartagena gracias al complejo petroquímico de Mamonal, logrando que esta ciudad pasara a liderar la actividad industrial del Caribe colombiano. A lo largo de los últimos diez años, el sector industrial ha contribuido con el 17.5% del Producto Interno Bruto (PIB) para el Atlántico y el 16.5% para Bolívar. Además durante el 2020 y 2021 la participación en el empleo del primero fue del 12.8% y 11.5% respectivamente.

Desde la teoría económica, las dinámicas de crecimiento de largo plazo son el resultado de la utilización de factores de producción como el capital, trabajo, tecnología y la energía, la cual ha sido incorporada recientemente, como una manera de reconocer su importancia dentro de los procesos productivos de una nación. La literatura relaciona con el tema, muestra que aumentos en las tarifas de energía incrementan los costos de producción de las empresas, reduciendo su producción, rentabilidad y productividad. Y este impacto, dependerá de la capacidad de las empresas de sustituir la energía y los otros insumos de producción, así como, de la intensidad en su uso para el desarrollo de las actividades productivas.

Entre los distintos territorios de Colombia, el consumo de energía del sector industrial de la región Caribe es uno de los más altos como resultado del tipo de actividades industriales que se realizan, acompañado de los bajos niveles de auto-generación de energía eléctrica, por lo que es de esperarse que dicho sector resulte altamente vulnerable a las alzas en las tarifas de energía. Dentro de este contexto, resulta errado inferir “que como la industria manufacturera no logra tener una participación del 20% del PIB en los departamentos del Caribe no se puede afectar la economía de la región cuando se incrementan las tarifas de energía”. La industria manufacturera ha contribuido al fortalecimiento de la economía regional a través de un mayor dinamismo del comercio internacional y la generación de empleo formal. Además, la competitividad se define como la capacidad de una ciudad/país/región de incrementar su producción con base en la inversión empresarial y la productividad.

Dentro de la coyuntura actual con la problemática de las altas tarifas de energía de la región Caribe, resulta preocupante la total y absoluta desconexión de las entidades involucradas sobre la realidad económica y social del Caribe colombiano. Las discusiones deberían de estar enfocadas en la búsqueda colectiva de soluciones definitivas con enfoque regional diferencial donde se involucren a las empresas prestadoras del servicio, el Estado y la sociedad civil y de esta manera lograr que la prestación del servicio público de energía pueda convertirse en un motor de desarrollo económico.

*Directora de Fundesarrollo