Las horas que anualmente se pierden en los trancones viales es cada vez mayor en diferentes lugares del mundo. Moscú capital de Rusia es la más congestionada según INRIX, un ranking que analiza el impacto del excesivo tráfico en 38 países y más de 200 ciudades; en esta última, las personas pasan anualmente 210 horas en atascos vehiculares. Le sigue Estambul en Turquía con 157 horas. La tercera en lista es Bogotá, siendo la capital en la que más horas pasan las personas en el embotellamiento vehicular (272 horas), la velocidad promedio en horas pico es de 11 kilómetros por hora; Ciudad de México reconocida por sus grandes congestiones vehiculares, es de 14 kilómetros.

Un estudio realizado por el Departamento Nacional de Planeación, menciona que en Colombia se pierde por efecto de los trancones el 2% al año del PIB y que equivale aproximadamente a 16 billones de pesos. La movilidad es una de las principales preocupaciones de los habitantes de las grandes urbes; sin embargo, las ciudades intermedias no se escapan de esta condición, y Barranquilla no ha sido la excepción.

Desde hace algunos años y con el apoyo del gobierno nacional la ciudad ha obtenido recursos para realizar obras de infraestructura vial de gran escala como son las doble calzada, puentes, canalización y nuevas vías que han permitido mejorar la competitividad, productividad, atraer mayor inversión e impactar la calidad de vida de sus habitantes. No obstante, como en todo proceso de desarrollo, este auge económico de Barranquilla ha generado también nuevos desafíos, entre los cuales se encuentran los mayores tiempos de desplazamiento y la congestión vial en horas picos. Varias pueden ser las razones que están ocasionando estos problemas de movilidad: las constantes obras de infraestructura vial que congestionan no solo los puntos de trabajo sino también las zonas aledañas; incremento en el número de vehículos que circulan, cifra que creció un 20 por ciento en los últimos cinco años representado en 33.556 vehículos más; la inseguridad, en el transporte público, y el cambio que introdujo la pandemia en la forma de relacionarnos y preferencia por el transporte individual como consecuencia del miedo al contagio.

Independientemente de cuales sean las razones, la congestión vial es un problema muy serio que genera pérdidas económicas, sociales y medioambientales, que requiere implementar medidas que le apunten paralelamente a diversos frentes para mantenerla controlada. La sola provisión de más infraestructura vial (oferta) no resuelve el problema, ya que la demanda terminará sobrepasando cualquier infraestructura disponible. Estas iniciativas pueden ser útiles en la medida que vayan acompañadas de intervenciones progresivas en otros frentes, que contribuyen a un mejor funcionamiento del sistema de transporte, como la adecuada conservación y mantenimiento de las calles, estudios de movilidad que profundicen sobre los efectos de los mayores volúmenes de tráfico generado por las construcciones de edificios “rascacielos” y centros comerciales; no menos importante, el incentivo para para el uso del transporte público; y el mejoramiento de la cultura ciudadana y sus hábitos de manejo en donde el respeto a la señalización y las normas de tránsito sean parte fundamental de este proceso.

Los trancones de Barranquilla deben ser una prioridad en la agenda nacional y local; es la mejor manera de garantizar una mayor gestión en la infraestructura existente y evitar llegar a los niveles de congestión como en Bogotá o Medellín deteriorando la calidad de vida de sus habitantes. Y seguir siendo la ciudad en donde están ocurriendo grandes apuestas que incentivan escoger esta zona del país como un prometedor polo de inversión y desarrollo.

* Directora de Fundesarrollo