Semanas intensas se viven en la actualidad colombiana. Una especie de recordatorio constante, un murmullo que aturde y el freno en seco al progreso. Es un delirio tan irreal que ya nos acostumbramos a tolerarlo. La indignación tiene sus matices, pero no pasa de ahí, de la simpleza. Esta sociedad elige a los políticos que la gobiernan. Esta sociedad decidió votar No en el plebiscito por la paz y se negó en masa a votar positivamente por la Consulta Anticorrupción. Esta sociedad asume la indiferencia, la mezquindad y la indolencia como banderas. Adjetivos que le acomodan. Carece de verbos. Le faltan acciones… reaccionar.
Y aparecen los hechos. Se toman decisiones por el supuesto bien de la mayoría, ¿cuál mayoría? ¿Esa que define que seamos el tercer país más desigual del mundo? ¿Esa que no tiene acceso a la educación superior y de calidad? ¿Esa que a duras penas gana un mínimo que no llega ni a los 300 dólares? Se tienden a escoger estos términos para disimular la sordidez, para mover las fichas de manera tan perfecta que se beneficien únicamente las élites.
Se nombra como embajador de la OEA a un exprocurador destituido por corrupto, que ha manifestado su desprecio por las minorías e intenta vulnerar sus derechos. La CIDH es el órgano encargado de proteger los derechos humanos en el continente. Varios derechos quebrantados en el país han logrado resultados positivos gracias a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. De hecho, el exprocurador Ordóñez criticó en varias ocasiones a la CIDH. También es importante recordar que el caso en contra del Estado colombiano, por el polémico episodio entre el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro y Alejandro Ordoñez, todavía está en proceso. Es así como el exprocurador tendría un interés directo y hasta peligroso para estar en la OEA. De igual manera, se debe resaltar que sin esta posibilidad Petro habría sido inhabilitado y no estaría en el panorama político. Gracias a la CIDH defendió sus derechos políticos y se evitó semejante arbitrariedad.
Ahora, ¿es casualidad que de todas las embajadas del mundo Ordoñez terminara en la OEA? ¿Es el azar infortunado que persigue al actual presidente y jamás pensaron en el detalle del caso de Petro en la CIDH? ¿O es un nombramiento calculado y deliberado para sacar del panorama político al mayor líder de la oposición? Es inevitable que aparezcan este tipo de cuestionamientos.
Es preocupante pensar en el mañana, en los derechos humanos. ¿Qué tal esta supuesta democracia? Eso sería lo básico en una sociedad medianamente justa, la simpleza que no somos capaces de asumir. Pero entramos en un laberinto sin salida. ¿Cómo se van a defender los derechos de las minorías con Ordóñez en la CIDH? ¿Hasta cuándo vamos a obedecer a esa élite de unos cuantos que pisotea a la mayoría? ¿Cuándo vamos a reaccionar? Somos sólo adjetivos y nada de verbos. Nos falta un largo camino para actuar.
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