
Primero tormenta tropical, luego huracán, “Iota” dejó destrucción e inundaciones en su paso por Colombia. Destruida Providencia y severamente afectada San Andrés. Cartagena y Santa Marta, ambas inundadas, así como otras poblaciones de la costa. Y sin que fuera directamente provocado por ese fenómeno, el crudo invierno también afectó con inundaciones a sectores de Medellín, Bogotá, Cali, Cúcuta y otras ciudades en mayor o menor medida. Afortunadamente Barranquilla solo fue afectada en sectores muy puntuales, pero sin la gravedad de otros lares. Pero, ¿Qué hubiera sucedido en Barranquilla si no se hubieran canalizado la cantidad de arroyos que en el pasado arrastraban todo a su paso, inundando con furia a muchos sectores y ocasionando muertes y destrucción? Indiscutiblemente que otra muy diferente, hubiera sido la historia. Y esa realidad, que hace parte de los múltiples, y muy positivos cambios que ha logrado nuestra muy querida ciudad, parecería no ser lo suficientemente apreciada y reconocida por muchos.
La enorme diferencia que están viviendo durante este crudo invierno aquellas familias y propietarios de negocios ubicados en las vías por las que antes corrían como ríos endemoniados los caudalosos arroyos del pasado, es tan positiva y tranquilizante, que resulta complejo relatarla. Ya no sienten ellos el tremendo susto que padecían cuando presentían un aguacero. Ya sus pertenencías están seguras bajo sus techos. Ya no ven pasar carros y hasta personas arrastradas por las corrientes. Ahora además, sus casas están más valorizadas. Solo queda el recuerdo de aquel entonces, cuando Barranquilla era noticia en invierno. Ahora, las malas noticias vienen de otras ciudades que no padecían lo que nosotros sí. Es obvio que aún quedan algunos arroyos por canalizar. En el norte, el que se origina en La Campiña, tomando luego la calle 85 hasta la carrera 50, para empalmar con el ya canalizado de la calle 84. También, el que viniendo desde Los Andes, toma la carrera 27 y serpenteando empalma en la calle 54 con carrera 38, con el ya canalizado arroyo de Felicidad hasta La María y el caño Agromar hasta el río Magdalena. Falta corregir el vertimiento del arroyo de Hospital en el caño de la Ahuyama para evitar la inundación puntual a las viviendas de ese sector, y ya se anuncia la canalización del tramo de arroyo que afecta La Chinita en el acceso al puente Pumarejo. Pero son pocos, muy pocos los que quedan. Y serán canalizados. En el suroccidente y suroriente también se han canalizado los arroyos caudalosos, a los que sugiero construirles más puentes peatonales, ya que estos, al no ser calzadas vehiculares, son destapados, pero dividen comunidades vecinas, que aún en verano no pueden pasar de un lado al otro. Ojalá en un futuro los arroyos pequeños sean conducidos mediante tuberías menores, a los larguísimos vox coulvers de los arroyos ya canalizados, a estos que nuestro alcalde Jaime Pumarejo compara con las grandes avenidas a las que se conectan las calles menores. Ese sería el alcantarillado pluvial ideal. Yo particularmente, estoy muy agradecido con nuestros recientes gobernantes que han hecho posible tan positivo cambio, y supongo que serán muchos los que coincidirán conmigo; así como que algunos continuarán criticando cuanto se haga.
nicoreno@ambbio.com.co
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