El retorno de la inversión es una razón financiera que compara el beneficio o la utilidad obtenida en relación a la inversión realizada, es decir, “representa una herramienta para analizar el rendimiento que una empresa tiene desde el punto de vista financiero”. La definición anterior es clara y demuestra que quien invierte en un negocio lo hace con la expectativa de que será rentable financieramente, es lo que sucede cuando un privado invierte en una obra pública, y eso es lógico porque así funciona la empresa privada. Pero también existe el retorno de la inversión cuando esta la realiza el Estado, se trata del retorno que socialmente se logra con la misma, y es en ese momento cuando el Estado cumple con la labor social a la que como tal está obligado. Lo lógico es que un Estado invierta de manera proporcional a las llamadas “necesidades insatisfechas” de cada región, en procura de nivelar las condiciones de las diferentes regiones que conforman un país. Esto obviamente no ocurre en Colombia porque desde siempre el gobierno centralista ha sido en extremo generoso con el llamado Triángulo de Oro, y en general con la región central andina, y mezquino en grado superlativo con el resto de la nación, así esa mezquindad afecte de carambola al país, incluyendo a las zonas privilegiadas ya mencionadas.

Eso exactamente es lo que ha sucedido a lo largo de décadas con el río Magdalena, descuidado por los diferentes gobiernos, mientras invierte tetrabillones en túneles, viaductos y autopistas en los privilegiados departamentos andinos. Vale la pena analizar que antes de ser construido cualquier aeropuerto, carretera o vía férrea, en esos terrenos no existía nada previamente, todas esas obras son 100% artificiales. O sea que nacen de la nada. Pero no así el río Magdalena. Este nos fue regalado por la naturaleza, y desde hace miles de años el río ha estado ahí. Esa autopista fluvial no se le debe a humano ni a gobierno alguno, y fue esa vía natural por la que desde esta costa caribe entró la civilización a Bogotá y al interior entero, pero bien desagradecidos que han sido los gobernantes andinos con el Magdalena.

Ahora se anuncia una nueva APP del Río que lo haría navegable y muy seguro, desde Barranquilla solo hasta Barrancabermeja, y como esa obra se financiará mediante una alianza público privada, el gobierno aduce que no se podría habilitar para una navegación segura desde Barrancabermeja hasta Puerto Salgar, en Cundinamarca, y La Dorada, en Caldas, que es lo que definitivamente lograría hacer más competitiva a nuestra ciudad, simplemente porque las cuentas de ese tramo no logran el “retorno de la inversión” al privado que se gane el contrato.

La pregunta obvia es: ¿Y por qué no financia el Estado ese tramo y que el retorno de la inversión sea social, como lo hicieron con el túnel de La Línea, de un solo sentido vial y 8.6 kilómetros, que costó $1.6 billones, más del doble que lo que costaría ese tramo del río de 245 kilómetros, y cómo lo han hecho allá con tantas obras suntuarias? Esas son las situaciones que no logro comprender, como tampoco la pasividad de nuestros congresistas y entidades obligadas a defender a nuestra ciudad y región. Es obvio que mis lectores apreciarán la impotencia que siento cuando escribo estas reiteradas denuncias, pero es que es muy verraco saber que solo cuento con este espacio para denunciar tanta injusticia. ¿Hasta cuándo, por Dios?

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