Resulta comprensible que muchos barranquilleros, desde hace tiempo, hagan comparaciones de nuestra ciudad con otras de nuestro país. Por razones obvias se excluye a Bogotá de ese ejercicio, pero Medellín y Cali se vuelven referentes obligados cuando se analiza cómo estamos comparativamente las tres ciudades. Reconocemos que desde hace muchísimos años, Medellín tomó ventaja sobre el resto de ciudades colombianas aplicando un modelo de desarrollo que incluyó la modernización del transporte público, mantener en excelente estado su centro histórico, con plazas y edificaciones que han sido restauradas y mantenidas en óptimas condiciones, unas empresas de servicios públicos propias del municipio, conservar una industria muy sólida y una capacidad de gestión ante el gobierno central, con la que ha conseguido el necesario apoyo financiero y político para crecer por encima del resto del país. Cali le sigue como una ciudad que se supo consolidar, con un urbanismo que fue más generoso con los espacios públicos, permitiéndole ampliar arterias claves, apoyada por una zona agrícola e industrial muy desarrollada, logrando asentar muchos laboratorios, convirtiéndola en la capital del occidente colombiano.
Barranquilla, ciudad mucho más joven que las otras dos, logró un dinamismo muy acelerado en la primera mitad del siglo pasado, pero luego una clase política corrupta y miope, acabó con ese impulso y se fue quedando en el concierto nacional, aunado a una mala fama que generaba desconfianza al gobierno central, mermando por ello, su aporte para nuestro desarrollo. Definitivamente el positivo cambio desde el punto de vista urbano, se inició hace 16 años con las obras de la valorización por beneficio general. Y durante los últimos 13 años la ciudad tomó un nuevo rumbo, con obras y programas sociales, con los que se fue reduciendo la inmensa brecha anterior. Esta situación es hoy reconocida a nivel nacional.
En algunas ocasiones tomamos el número de habitantes de cada ciudad para calificar su desarrollo, y nada más alejado de la realidad que ese concepto. Cali tiene casi el doble de habitantes que Barranquilla. Por nada del mundo yo quisiera que las alcanzáramos en población. Lo que sí aspiro es alcanzarlas en desarrollo para quienes aquí habitamos. Con respecto a Cali ya lo estamos logrando, nos falta bastante para alcanzar a Medellín. Pero vamos en el camino correcto. Si se lograran consolidar los planes del alcalde Jaime Pumarejo, con Mallorquín, Puerto Mocho, Bocas de Ceniza, los caños, mercados, andenes, etc., organizar y consolidar el transporte público, incluyendo un Metro ligero ojalá elevado, desde Malambo; se hundiera el acelerador para recuperar el centro histórico y se lograran rescatar el Teatro Amira de la Rosa, Bellas Artes, el Museo Romántico, consolidar el Museo del Caribe, y terminar el Museo de Arte Moderno y Cinemateca, Barranquilla daría un brinco enorme.
Pero para ser una mejor ciudad no necesitamos tener más habitantes. Nuestra población en 2020 era de 1.274.250 almas, y es más que suficiente. Para muestra, el listado de las 10 ciudades con mejor calidad de vida en el mundo: Zürich 402.000, Vancouver 675.000, Auckland 429.000, Munich 1.472.000, Dusseldorf 619.000, Francfort 753.000, Copenhage 602.000, Berna 1.035.000, Amsterdam 821.000 y Wellington 212.000. Así que pensemos en calidad y no en cantidad.
nicoreno@ambbio.com.co