No se conocen, pero eso no es óbice aquí en Barranquilla para entablar una animada charla como si fueran amigos de toda la vida. Siempre hay uno que pica en punta: “Acaban de inaugurar un tremendo parque al frente de mi casa, eso era un peladero y quedó del carajo. Creo que los nuevos parques son el mayor cambio que ha tenido la ciudad últimamente”. Una señora mayor interviene enseguida: “Mijo, a mi edad, el mayor cambio ha sido la atención de la salud del Distrito, yo estoy en el Sisben, y en el PASO cerca de mi casa me atienden de maravilla, todas mis medicinas me las dan, así que no me quejo”. Un tercero pendiente de los comentarios, interrumpe diciendo: “Bueno, cada uno opina de acuerdo a su criterio, yo tengo tres pelaos, la niña en elemental y los otros dos en bachillerato; para mí el mayor cambio se está dando en la calidad de las escuelas y colegios; mis pelaos estudiando con aire acondicionado y alimentación. Va la madre si los carajitos del norte tienen mejores colegios que en los que están mis hijos. ¡Y con educación gratis!”. Un gordito que se las pelaba por hablar, comentó: “Llaverías, no sé en donde viven ustedes, pero yo vivo en El Bosque, y allá, la pavimentación de casi todas las calles con sus andenes, está siendo el mayor cambio para el barrio. Nosotros le metimos un billetico a la casa y quedó mundial, y así lo están haciendo muchos. ¡Tronco de cambio!”.

La fila transcurría lentamente, iban llamando número por número, y los usuarios se quejaban del mal servicio, pero la charla estaba animada. Un tipo muy circunspecto se atrevió, diciendo: “Ustedes deben ser amigos, yo estoy de paso y hacía años no venía a Barranquilla, para mí, el mayor cambio que he encontrado es el bellísimo malecón frente a río, eso impacta a cualquiera”. Un mensajero de Rappi, que había sido interrumpido un par de veces, comentó: “Lo chévere es que estén sembrando decenas de miles de árboles en el espacio público de la ciudad; yo soy del campo y sé la importancia de la vegetación. Para mí ese es el mayor cambio”. “Nojoda, de ustedes se nota que no les importa el deporte”, comentó otro, “yo he jugado fútbol desde pelao, y solo ahora, después de viejo, es que puedo jugar en unas canchas bacanas. ¡Eso sí es un cipote cambio!” Un flaco de camiseta juniorista, le puso sabor a los comentarios, “Yo nunca he pateado un balón, ¡pero me hago matar por mi Junior del alma! Miren mi camiseta, auténtica, con la firma de Teo. ¿Y donde creen que pienso festejar sus triunfos? En la “Aleta del Tiburón”, único equipo en el mundo con semejante monumento”.

“Locos, déjenme tirar mi película porque ya van decir mi número, soy taxista y para mí la canalización de los arroyos ha sido el mayor cambio. Pero para que todos ganemos, opino que son la suma de los que hemos comentado, más otros que se quedaron por fuera”. Y el último en hablar sentenció: “Seguro nos encontraremos en otra cola próximamente, y allá seguiremos con el tema; y lo que creo es que los mayores cambios aún están por llegar. Si Pumarejo logra hacer lo del eco-parque Mallorquín con la ciénaga, así como Puerto Mocho, el trencito a Bocas, La Flores, los caños, el resto de parques y de arroyos, la Fábrica de la Cultura, las sedes del SENA, y…ya voy para adentro. Chao”. Ustedes, mis lectores, ¿Cuál creen que ha sido el mayor cambio?

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