El anunciado Ecoparque Mallorquín será el más ambicioso proyecto ecológico que se haya diseñado para Barranquilla. Como lo serán también los caños cuando estén convertidos en descontaminados canales aptos para la pesca y para la navegación de lanchas y yates de recreación y turismo. Pero como debemos concebir este turismo que se está diseñando como un todo, resultan de gran importancia los proyectos que se adelanten en el Atlántico, como el de nuestra gobernadora Elsa Noguera, el Gobierno nacional y la Alcaldía de Puerto Colombia en lo que se refiere a la reconstrucción de los primeros 200 metros del muelle, la construcción de su gran plaza y el nuevo malecón. Quiero en esta columna referirme a ese legado que nos dejaron nuestros abuelos y bisabuelos, como lo fue el gran muelle de Puerto Colombia. Les solicito, además, a mis lectores, que tengan muy en cuenta las dimensiones que incluiré en esta propuesta.
Los tramos que componen hoy ese viejo muelle están conformados de la siguiente forma: Tramo No. 1: 200 metros totalmente demolidos, que están siendo construidos siguiendo el diseño original, con un ancho de 5 metros. Este tramo en construcción empata con el Tramo No. 2, que tiene 70 metros de largo y el mismo ancho de 5 m., que se encuentra aún en pie, muy deteriorado y supongo que en peligro de colapsar. Tramo No. 3: de 636 metros lineales que colapsaron y hoy no se aprecian sus restos porque quedaron sumergidos. Tramo No. 4: de 314 metros de largo por 20 metros de ancho, donde atracaban los buques que trajeron a los inmigrantes, que aún sigue en pie, y en este las ruinas de una construcción de dos pisos donde funcionaba alguna dependencia de ese puerto. El total de los cuatro tramos suma 1.220 metros de longitud (medido con Google). Al recorrer esas ruinas con un dron se aprecia que el último tramo, de 314 m de largo por 20 m de ancho, resultaría ser el más interesante para el turismo, por lo histórico, por su amplitud, cuatro veces más ancho que el resto, por la construcción que aún conserva, y también por estar más alejado de la orilla. Pero además de lo anterior, porque se aprecia que su estructura inferior está en condiciones, que a la vista, muestra que aún podría reforzarse y salvarse como un patrimonio histórico vivo y restaurado. Que no es lo mismo que uno reconstruido, y menos aún construido ahora, simulando como este fue hace más de 100 años.
No tengo ni idea cuales son los planes del Gobierno con el resto del muelle porque nunca se ha anunciado nada al respecto. No sé cómo será el empalme entre los 200 metros a construir este año y los siguientes 70 metros aún en pie pero muy deteriorados, tramo que ojalá pudiera salvarse para mostrar la simbiosis entre dos condiciones muy diferentes. Y menos sé qué han pensado hacer con la “joya de la corona”, que es el tramo final, con amplitud que permitiría ser explotado turísticamente. Porque dejarlo colapsar no tendría perdón de Dios. Imagino ese tramo final habilitado, unido al resto mediante un muelle de madera flotante y con una plataforma lateral como atracadero de embarcaciones, y una escalera que no desentone, para subir y recrear el antiguo puerto con sus rieles, grúas y equipos de esa época, con un romántico café en la caseta hoy en ruinas; y al mirar hacia la orilla, ver el otro tramo del viejo muelle, la nueva plaza de Puerto Colombia con su edificio de la Aduana y el malecón. Amable lector, te invito a soñar conmigo.
nicoreno@ambbio.com.co