El pasado 22 de abril se celebró el ‘Día de la Tierra’ en medio de una de las peores crisis de la humanidad, y no solo por la COVID -19, sino por la tragedia ambiental que estamos presenciando.

incendios incontrolables en la Amazonía brasilera, incendios en Australia con la muerte de miles de animales, de congelamiento de glaciares, el sacrificio de 4 mil camellos desde helicópteros con tiros de fusil por las fuertes sequías, y un largo etcétera.

En Colombia el escenario no es diferente, y sumado a la deforestación de bosques y páramos, la contaminación imparable en las grandes ciudades, tenemos las amenazas al medio ambiente producto del conflicto armado.

Históricamente el ELN ha dinamitado los oleoductos generando unas catástrofes ambientales inauditas, ríos llenos de crudo y ecosistemas devastados; hoy, el mismo ELN sumado a los Pelusos, el Clan del Golfo y las disidencias de las Farc se disputan el conocido “pate grillo”, delito que consiste en perforar los tubos de crudo para armar piscinas artesanales en las que lo procesan para convertirlo en gasolina y así venderlo a laboratorios de droga

La minería ilegal es otro de los negocios que se disputan y es uno de los delitos que más daño hace al medio ambiente, según el informe publicado por Ofi cina de las Naciones Unidas Contra el Delito, la Embajada de Estados Unidos y el Ministerio de Minas, con marco de análisis 2014- 2018, sostienen que la minería ilegal puede estar afectando un 6.4% del territorio nacional; en un informe publicado por la Contraloría se menciona que algunos de los principales daños ambientales que tenemos son la destrucción de áreas de bosque ,biodiversidad y ecosistemas frágiles, afectación a la calidad del agua por vertimiento del mercurio en los ríos, alteración y perdida de suelos, erosión, afectación del aire por material particulado y afectación atmosférica.

El narcotráfico como un fenómeno histórico, no se queda atrás con la deforestación masiva, datos de Ministerio de Ambiente dice que para 2017 el 24% de la deforestación nacional es producto del narcotráfico, sumado al vertimiento de precursores químicos en los ríos. Este escenario nos debe dejar tres reflexiones, primero ser conscientes de la magnitud de la tragedia ambiental que tenemos en el país, segundo tener claro que el medio ambiente no entiende de polarización y cálculos políticos, no puede ser que algunos sectores se levantan para condenar el narcotráfico aduciendo argumentos ambientales, pero por el otro lado aplauden el uso de glifosato y el fracking.

Tercero, que los gobiernos, los partidos políticos, los empresarios y la sociedad civil debemos entender que el tema ambiental es un prioridad de la agenda, ya no se puede seguir viendo como un tema accesorio: el coronavirus nos mostró que los humanos sí podemos sucumbir, y que de nada sirve la plata del fracking o la minería si no tenemos un entorno donde podamos simplemente vivir; es hora de que tomemos una postura: o defendemos el medio ambiente y lo protegemos, o sucumbimos no solo frente al coronavirus, sino también al calentamiento global ,la sequía y la hambruna que vienen. Es hora de decidir, usted de qué lado está.