Estos dos días de marchas, una a favor del gobierno y otra en contra liderada desde la oposición, deja ver como en temas políticos hay más odios y vísceras que análisis y argumentos. Escuchando entrevistas de los marchantes de las dos partes fue un común denominador como de la forma más tranquila muchos decían que no se habían leído la reforma a la salud, reforma que es la base de las marchas de apoyo y rechazo.
La reforma a la salud es una de las reformas más complejas porque tiene temas muy técnicos, propios del resorte de los expertos en la materia, pero en las calles estos temas se omiten y todo se limita a una fórmula sencilla y básica, estoy a favor o en contra de Petro o de Uribe, punto.
Los debates de los expertos pasan por ejemplo en qué tipo de ley se debe tramitar, si como una ley estatutaria o una ley ordinaria, esto a partir del análisis técnico jurídico de la naturaleza e implementación de la norma, pues este debate en las calles ni existe y todo se reduce a decir que esto es una ley comunista y que todos son comunistas. Aunque parezca increíble, hay gente empezando por María Fernanda Cabal, que no se han enterado que el comunismo se acabó, y que ni la propia Rusia de Putin hoy es comunista. Cuando le preguntaban a los marchantes de la oposición por el articulado de la reforma, las respuestas eran que el proceso de paz era una farsa y a continuación una larga retahíla de ofensas contra el ex presidente Santos y los acuerdos de la Habana.
Ahora bien cuando uno ve el grado de desinformación que venden a sus seguidores los líderes de la oposición todo tiene sentido. La política no es de razones sino de emociones, y con el simple hecho de vender que esto es una lucha del bien contra el mal, es más que suficiente para que miles que creen en los discursos de los héroes salgan a marchar.
El fanático de redes sociales no necesita argumentos necesita es una causa. Ahora bien, el vacío intelectual no es que sea un patrimonio endémico colombiano, sólo es ver como los fanáticos republicanos de Trump asaltaron el Congreso de Estados Unidos, o en Brasil ver a los seguidores de Bolsonaro en la misma línea delincuencial, o ver a los colectivos chavistas en Caracas, que actúan desde el fanatismo el odio y las armas.
En definitiva si hay que temerle a algo es a un fanático político, estos son básicos, maleables y peligrosos, a los niños desde las escuelas colegios y universidades hay que enseñarles es pensamiento crítico, argumentación y respeto por las ideas de los demás, todo este problemas se podría solucionar con la fórmula de, +educación - guerra.