Mi columna de hoy trata sobre un tema que para la mayoría está ‘frito’, está ‘repasado’ y está ‘quemado’, y es justo por eso que voy hablar sobre el. Como todo hoy en día, cuando una noticia entra en furor –o como nos gusta decirle, ‘está en tendencia’- el mundo entero se abalanza a comentar, a hacer videos, a indignarse y a exigir. Y sí, la verdad es que se logra lo propuesto, que a los gobernantes responsables les toque responder, así sea con promesas que más tarde se les ‘olvida’ cumplir, que una gran parte de las personas donen a entidades destinadas a ayudar y que la población se entere para crear conciencia. 

Sin embargo, también como todo hoy en día, el furor no dura mucho, pues tal cual como sucede con una llama débil que se apaga y de su fuego no queda rastro, así mismo sucede con las noticias que generan mucha visibilidad. Unos cuántos días después de que el mundo viera arder a la Amazonía, que viéramos anuestro pulmón en llamas y que entráramos en pánico por las consecuencias fatales que esto nos dejaría para el futuro, a la mayoría se le olvidó y el tema pasó a un segundo plano. 

Es por esto que hoy, a pesar de que tal vez muchos no hayan continuado leyendo porque ‘ya saben todo lo que hay que saber’ o ‘no hay nada más que yo pueda hacer’, decidí utilizar este espacio para seguir dándole larga a un tema que considero que es al que más le tenemos que estar prestando atención en este momento. Porque es que cuando se trata de problemas del medioambiente, de cambios climáticos y de tala o quema de árboles, a veces siento que es como si todas las alarmas estuviesen encendidas, pero todo el planeta estuviese escuchando música con sus audífonos. Y no, no se trata solo de apagar un fuego o de ayudar a las poblaciones cuando la Madre Naturaleza, de tanto ser maltratada, decide descargar su ira con huracanes, sequías, desbordes o inundaciones, sino de cambiar nuestra manera de pensar y de hacer las cosas. 

Y se comienzan por cambios pequeños, hasta que sean tantos, que sumen uno grande. Como intentar comer menos carnes rojas, no utilizar cubiertos o platos plásticos, olvidarse de que existen los ‘pitillos’ que no sean de papel y ahorrar agua. ‘Pequeñas’ actitudes que pueden lograr grandes transformaciones, ya que lo que hemos hecho los seres humanos con el Planeta Tierra en los últimos cien años es lo más cruel que hemos hecho en todo nuestro paso por este mundo. Y sí, también depende muchísimo de las políticas gubernamentales, de educar a las personas para que sepan cómo es que podemos conservar el Planeta, y de lograr que sea imposible para las empresas que generan muchos daños al medioambiente, puedan seguir haciendo lo que se les da la gana. Y para eso se necesita ‘joder’, ‘joder’ y seguir ‘jodiendo’, buscando nuevas maneras de no dejar que los medios de comunicación y las redes sociales dejen de poner el tema sobre la mesa. Así para muchos esté quemado, así para muchos les parezca aburrido, así para muchos sea más de lo mismo. 

Porque esto solo lo dejamos morir cuando dejamos la ‘cantaleta’. Y en palabras de mi mamá, ´la cantaleta cansa, pero sirve’.