Se ha gastado mucha tinta (y bytes), exponiendo los diferentes puntos de vista que convergen en el proyecto de urbanización Ciudad Mallorquín, desarrollado durante los últimos años por el Grupo Argos y varias de las constructoras más importantes del país.
Opinadores de toda índole han expresado sus pareceres sobre esa intervención, llegando a señalarla como nefasta, ecocida e incluso ilegal. Se han podido repasar los aportes de varios expertos, muchos de ellos valiosos. También, como suele suceder, un nutrido grupo de personas se ha sumado de buena fe al coro, contando con una comprensión muy personal del sentido común para mitigar sus vacíos formativos sobre las disciplinas profesionales que se involucran en la concepción de un proyecto de esa magnitud. Voces ciudadanas que, aunque no siempre acertadas, también hay que escuchar. En cualquier caso, resulta positivo que los asuntos concernientes al desarrollo urbano logren acaparar titulares y por un momento nos saque del marasmo.
El crecimiento de las ciudades es un asunto muy complejo. Al enfrentarse intereses tan diversos es muy raro encontrar ejemplos que puedan replicarse del todo, dado que cada congregación urbana tiene características irrepetibles: geográficas, económicas, etnográficas, culturales y sociales. Siempre será sano que las discusiones sean honestas, informadas y que respeten el marco legal. Además, es entendible que surjan descontentos y se levante ruido ante las decisiones importantes, lo preocupante sería el silencio.
Sin embargo, se deben asumir las consecuencias y reconocer que mucho ruido espanta. Una buena fuente me contó hace poco que un grupo inversionista, que pretendía poner en marcha un colegio en Ciudad Mallorquín, decidió levantarse de la mesa ante las señales de incertidumbre. Lo mismo pasó en una revisión del riesgo de inversión inmobiliaria en uno de los bancos más importantes del país, el tema fue la estabilidad jurídica de los terrenos de expansión y la conveniencia, o no, de financiar otros proyectos que estaban siendo propuestos.
«Ten cuidado con lo que deseas, porque puede volverse realidad», reza un refrán popular. No vaya a ser que nos pase algo así, que por estar poniendo en tela de juicio un proyecto que ha cumplido con todos los requisitos de ley (y esto hay que enfatizarlo), se detengan todos los planes en esa zona del área metropolitana.
Me parece que no sería buena idea frenar en seco el desarrollo urbano, desvalorizando esas tierras (y otras), y espantando por un buen rato a los inversionistas que aún confían en Barranquilla, con la falta que hacen en estos tiempos llenos de incertidumbre.
moreno.slagter@yahoo.com