
En desarrollo de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, en los cuales Colombia quedó, en medallería, en la mitad del ‘castro-chavismo’, (por debajo de Cuba y por encima de Venezuela), me gustó mucho el video donde ‘El Cole’ aborda a un señor, en el Estadio Romelio Martínez, y le dice: “Hey, loco, los escenarios quedaron lindísimos, como en Rusia. Papito, yo sé que lo haces inconscientemente, pero, por favor, no pongas los pies sobre las sillas”. Acto seguido, ‘El Cole’ le coloca una manilla de la Liga Ciudadana, una campaña que desplegó la Oficina de Participación de la Alcaldía para promover el respeto a los escenarios deportivos. Buenísima la actuación persuasiva de ‘El Cole’, un personaje querido por los barranquilleros, cuya forma de llegar a la gente es siempre cálida, cordial y pacífica, como corresponde a un bacán como él. Hay que aplaudir estos intentos de estimular la cultura ciudadana.
Circularon también en las redes sociales –al parecer por generación espontánea– decenas de fotografías, en tono de ridiculización, de personas que fueron pilladas infraganti en la misma incorrecta postura que censura ‘El Cole’, y la reprobación llegó incluso a personajes influyentes de la ciudad. Es decir, que junto a la campaña de la Alcaldía se desató otra basada en el escarnio contra aquel o aquella que colocará sus piernas sobre el espaldar de las sillas de los escenarios deportivos. Algunas personas se molestaron al sentirse visibilizadas.
El hashtag más difundido fue ‘Baja la pata corroncho (a)’. Y con esta frase, como se dice popularmente, ‘boletearon’ a numerosas personas. Fue, sin duda, una forma de escarnio que probablemente no sea la más conducente en términos de pedagogía ciudadana, y ratifica el poder demoledor de las redes sociales.
Queda comprobado, una vez más, que la cultura ciudadana es una de las asignaturas pendientes de la Barranquilla del siglo XXI.
Pero no basta con convocar al cuidado de los escenarios deportivos y de los bienes públicos, y con inducir al barranquillero a abandonar las manifestaciones de incultura ciudadana de ocurrencia frecuente: como tirar la basura a las calles y a los arroyos, cohabitar con los espacios públicos sucios y malolientes, arrojar las cáscaras de frutas a las vías, pitar innecesariamente, parquear mal, irrespetar las señales de tránsito, conducir con música estridente, lanzar piropos (por lo general obscenos), escupir en la calle y pintar mamarrachos en las paredes. Quienes gobiernen la ciudad tienen, también, el deber de practicar una cultura del mantenimiento de lo público. No podemos seguir dejando en el olvido –y expuestos a la salinidad– los bienes públicos, como ocurrió con el Coliseo Cubierto. Evitemos el lamentable modelo de Cartagena que ha dejado deteriorar los escenarios deportivos que le dejaron los XX Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2006.
@HoracioBrieva
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