Que lo de Pedro Castillo salió mal ya lo sabemos todos. La inexperiencia al gobernar (y administrar lo público) suele conducir al desastre colectivo. No me sorprende. El profesor no tenía ni la sagacidad ni el kilometraje para sentarse en la Casa de Pizarro. Fue fiasco tras fiasco desde que llegó. El romanticismo de su historia de superación daba para ganar una campaña pero no para liderar. Hubo otro docente en esa silla hace años, uno que había sido incluso decano de una universidad prestigiosa, se esperaba también mucho de él: Alberto Fujimori…
Es apenas obvio que la salida de Castillo de la ecuación política tampoco resuelve nada. Perú viene de varios gobiernos inestables, llenos de problemas. Conflictos de poder mal gestionados que los acompañan hace ya un par de décadas. Según el reconocido politólogo peruano Alberto Vergara, todo ello fruto de una vocación autoritaria y corrupta de los políticos de élite. Complicado en exceso cuando se mezclan esos dos vicios perversos de la democracia.
Desde el destacado matemático pero terrible dirigente Alberto Fujimori, parecieran no recuperar su senda. Tuvieron un quiebre que no se termina de reparar. Su hija Keiko pesa en el plano nacional y por supuesto está intentando sacar provecho de este desastre. Como sociedad están en un colapso sostenido y permanente, no salen de la maraña de pésimas casualidades. Con el profe de derechas les salió mal, con el de izquierdas, pues peor.
Refiriéndose a Castillo, Vergara le dice a El País de España: “ El señor no tiene, nunca tuvo, una idea de dónde estaba parado”. El embrollo que se observa en Perú, es que no se ve esto como una salida a su repetición de errores sino como uno más en una cadena de equivocaciones. La estabilidad Estatal brilla por su ausencia. La nueva mandataria encargada tampoco es especialmente experta en el ejecutivo. ¿Cómo construirá mayorías en un congreso tan hostil?. No solo no tiene bancada, sino que no cuenta con apoyo popular. Sin pecar de pesimista, la tiene más que difícil.
De los trinos del presidente colombiano Gustavo Petro ni hablemos. Desacertados en exceso. Más allá de posar de líder latinoamericano zurdo, ¿qué pretende?. Como en casi todo, echó para delante y luego para atrás. Lo defendió con emocionalidad y ya después no sabía qué hacer o decir para reparar el monumental ridículo internacional. Desafortunada posición.
Entre tanta neblina hay algo por destacar: un vestigio de fortaleza institucional. Hoy puede no verse con claridad, pero están ahí las instituciones y son el muro de contención que ha ayudado a que Perú no se desmorone absolutamente y ceda al caos total. Esto tiene un alto valor. Por último, las castas políticas son necesarias para lo bueno y lo malo, son las que “ponen a andar” al poder, ojalá sepan usar este punto de inflexión a favor de la nación y no de ellas.
@kdiarttpombo
Profesora Administración Pública Uninorte