Vivimos el rapto de la inocencia. Los mejores años de la vida están siendo sustraídos por depredadores que utilizan los niños, las niñas y los adolescentes para satisfacer apetitos propios de la descomposición social, moral y espiritual de sus almas. El morbo universal relata sucesos propios de actuaciones terroríficas popularizando malos protagonistas e incontables espectadores en la era de los derechos humanos.

El abandono de la familia, la comunidad, las instituciones y principalmente del Estado, demuestra la desconsideración de lo esencial. Los fundamentos están soportados sobre un terreno tan superficial que se confunde con el aire.

El placer de algunos se ha vuelto el fruto del daño ocasionado por el comercio de la piel de víctimas vulnerables e inconscientes del despilfarro de su pubertad. ¿Dónde están las políticas públicas que defiendan la familia? ¿Desaparecieron los cánones decentes de la ciudadanía?

La sensibilidad de la sociedad cayó en la fosa común de la indolencia. Los promotores del escándalo que titula xenofobias creen que los perturbados son extranjeros aprovechándose de la miseria y la crisis institucional que magulla millones de familias en este mundo y en nuestro tiempo: El sesgo común de la desidia es la causa de la arrogancia social que busca culpables en otras latitudes. ¿Y los nacionales?

No es cosa del pasado, del presente o exclusiva del futuro, es una constante devastadora e ignorada, demostrando la ausencia de sensibilidad por la infancia, la vida y los sueños de generaciones. Encontrar soluciones es la demanda inagotable de la conciencia social sustentada en la moral que motiva a hacer siempre lo correcto.

Algunos líderes políticos se la pasan peleando por posiciones en la escala incomprensible de sus egos. Nunca gritan para defender a los vulnerables que no estén cerca de su nicho electoral, personal, ideológico o familiar. Los demás importan si se aproximan elecciones o si su interés busca protagonizar titulares que le saquen rédito a la indignación, aunque no tengan el dominio de las formas cómo se previenen, tratan y superan los problemas de los que están hablando.

La inocencia raptada es la acción degenerada de atentar contra los menores de edad para utilizarles con propósitos innobles, indignos, rastreros y roedores de su conciencia. Es la vulneración del derecho a tener una infancia feliz, libre de explotación, abuso, comercio, esclavitud o dominación con intenciones sexuales. Es el secuestro de los sueños en el consumo de la malicia.

¡Urgen acciones y no discusiones! Para no volver a ver la inocencia raptada.