Para el Día de la Madre se organizan muchos eventos como almuerzos o cenas familiares y se promocionan en los medios de comunicación social muchos tipos de regalos, que en general son realmente obsequios para la familia y no para la madre. Regalar una vajilla, un juego de sabanas o una nevera nueva es algo que corrientemente se hace para celebrar el día de la madre. Pero ¿eso es lo que se merecen y hace felices a las madres?

Yo tengo mucho contacto con las ideas de las mujeres actuales a través de mis consultas por las conversaciones que siempre surgen al final de mis talleres y conferencias, por los mensajes y preguntas que me plantean las televidentes, lectoras u oyentes de las diferentes intervenciones que tengo en la televisión, la radio y la prensa. Mi trabajo diario me ha permitido conocer a fondo el mundo femenino contemporáneo, que es muy diferente a la cotidianidad de nuestras abuelas. Un espacio muchas veces desconocido y mal interpretado por los hombres de nuestro entorno, lo que genera muchas de las problemáticas actuales de los matrimonios. Me atrevería a decir que muchos maridos en nuestro medio no entienden a sus esposas, y lo mismo ocurre con sus hijos, que no entienden a sus madres.

Escuchando a las mujeres he podido entender que muchas madres están cansadas de los almuerzos o las cenas familiares (que les exigen más trabajo y esfuerzo), y en donde el marido o los hijos terminan pasándose de tragos y generando escenas bochornosas que las avergüenzan o las incomodan. Otras madres y esposas me han comentado que se sienten mal cuando el día de la madre no reciben algo para ellas (como una joya, un celular, una serenata, una cartera o un perfume) si no que les regalan algo para el hogar.

Muchas mujeres expresan que lo que más necesitan y lo que les encantaría recibir es el compromiso de respeto de sus hijos y su marido. Hace poco estuve escribiendo sobre la gran falta que hay en nuestro país de respetarnos los unos a los otros, y la familia colombiana no es la excepción.

Pero ¿qué es el respeto?

El respeto puede definirse como la acción de reconocer, apreciar y valorar a una persona. Es el reconocer claramente los derechos de la otra persona. Es uno de los valores morales más importantes para la armoniosa convivencia humana. En cualquier relación, ya sea sentimental, financiera, comunitaria, etc., las faltas de respeto generan violencia.

Yo concibo el respeto asociado a la tolerancia ante las diferentes ideas, gustos, intereses y maneras de ser. Una persona irrespetuosa es intolerante ante lo que no entiende o es diferente, por eso muchas veces actúa de forma agresiva y discrimina, ofende, menosprecia y humilla a la otra persona.

Demos una mirada al mundo de las mujeres en nuestro entorno. Muchas madres y esposas son irrespetadas cuando se les habla en voz alta, se les mira en forma agresiva, se les dicen expresiones vulgares, se les amenaza, se les empuja o golpea, se les humilla, se les menosprecia o se les ignora. Cuando a una persona no se le tiene en cuenta al tomar decisiones que le afectan, también se le está irrespetando.

¿Qué tal si este año nuestro principal regalo de la madre es un trato respetuoso en la relación con esa mujer? Piénsalo…