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Opinión

Tierra y pobreza rural

Mientras predomine esa falsedad, el minifundio con título de propiedad perpetua la pobreza. Sin menoscabo de la legítima aspiración del campesino a ser propietario, la verdadera solución se aleja del regalo de tierras “desnudas” de otros factores de producción. 

¿Es la relativa concentración de la tierra la causa de la pobreza rural? Primero hay que precisar que sí hay concentración, y en todo el mundo, necesaria para alimentar a 8.000 millones de personas, aunque, según la FAO, “Entre 702 y 828 millones enfrentaron hambre en 2021”, es decir, el 10% de la población, porcentaje que no es mayor por la productividad de esa concentración. 

Ahora, ¿existe relación directa entre esa relativa concentración y la pobreza?, y digo “directa” para reconocer que la desigualdad en la distribución de la tierra puede ser una de las causas de la pobreza. 

No hay relación directa. Los países ricos con alta producción agropecuaria tienden a mayor desigualdad. Según la revista especializada The Land Report, En Estados Unidos, con Gini de 0,79, en 2018 solo 100 propietarios tenían 16 millones de hectáreas, y cinco acumulaban el 23%. ¿Por qué? Porque la propiedad de la tierra no los obsesiona y, por ello, no hacen reformas agrarias para redistribuirla, sino para hacerla productiva. Brasil es otro ejemplo, y ambos son los mayores productores de los 10 principales commodities agroalimentarios. 

Por el contrario, la República del Congo, con excelente Gini de tierras, de 0,37, tiene un 71% de población en pobreza; en Burkina Fasso, con Gini de 0,42, el 47% de la población es pobre. Más cerca, el 51% de los mexicanos es pobre, aunque el Gini sea aceptable -0,63-, con una larga historia de reformas expropiatorias. ¿Por qué? Porque la obsesión por “democratizar” la tierra abandona el tema central de garantizar condiciones que la hagan realmente generadora de riqueza. En consecuencia, esa tierra “bien repartida” se convierte en causa de pobreza.

Un ejemplo desde mi experiencia. “Una Vaca por la Paz” es un programa de la Fundación Colombia Ganadera, que donó más de 6.000 vacas preñadas a familias pobres, y en el proceso de caracterización de beneficiarios se encontró que muchos lo eran también del Incoder, propietarios agradecidos de pequeñas parcelas, sí, pero pobres de solemnidad, metidos en el monte, sin vías, sin crédito, sin asistencia, sin agua y energía, sin apoyo para asociarse frente a los mercados…, sin nada; a tal punto que la vaquita era una verdadera redención. Su parcela, esa es la realidad, no los había sacado de la pobreza. 

Mientras predomine esa falsedad, el minifundio con título de propiedad perpetua la pobreza. Sin menoscabo de la legítima aspiración del campesino a ser propietario, la verdadera solución se aleja del regalo de tierras “desnudas” de otros factores de producción. 

Y como un tema lleva a otro, en ocho días: El verdadero papel del Estado frente a la tierra.

@jflafaurie

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