Que la pandemia terminará cuando la misma humanidad lo decida, planteó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una nueva referencia a la necesidad de la distribución equitativa de las vacunas en el mundo, pues se calcula que por cada 100 personas residentes en países de ingresos altos han sido administradas 133 dosis contra la covid-19, mientras que en los países de ingresos bajos solo se han administrado 4 dosis por cada 100 personas.

Una cifra que retrata esta realidad aciaga es que 56 países, que quedaron excluidos de hecho del mercado mundial de vacunas, no habían inmunizado ni el 10 % de su población a finales de septiembre, la mayoría, en África. Esta es una muestra contundente de la desigualdad global y la mezquindad como antivalor humano.

Hasta el 3 de noviembre, la pandemia había cobrado la vida de 5.019.849 de personas en el mundo, incluyendo a 127.380 en Colombia, aunque la estadística real puede ser mayor. América Latina y el Caribe siguen siendo las regiones más afectadas por la pandemia.

En medio de este panorama complejo es una noticia esperanzadora la ampliación del grupo etario para la vacunación en nuestro país, cobijando ahora a niños entre los 3 y 11 años, una población que, muy seguramente, impactará en los índices de cobertura y efectividad del proceso y que, ojalá, nos permita alcanzar la tan anhelada inmunidad de rebaño.

Sin embargo, no han faltado las voces que extienden mantos de dudas sobre la vacunación infantil. Por ello, se requiere que los padres se informen y entiendan que todas las vacunas poseen altos niveles de seguridad y efectividad y tomen conciencia de la importancia de inmunizar a los niños porque, si bien, presentan tasas menores de mortalidad por covid-19, lo mejor es evitarles riesgos para su salud, así como tener en cuenta que, dada su importante interacción social, ellos pueden ser transmisores importantes del virus en sus hogares y contagiar especialmente a las personas de mayor edad de su entorno familiar como son los abuelos.

Aunque por fortuna las cifras de enfermos y víctimas mortales en Colombia van en descenso, la posibilidad de un nuevo pico de contagios se mantiene latente. Inclusive, países como Alemania ya están viviendo una cuarta ola, situación que se le atribuye a la negativa de muchas personas a inmunizarse. El ministro de salud, Jens Spahn, denomina este nuevo pico como “la pandemia de los no vacunados”. Es paradójico que a pesar de la disponibilidad abundante de vacunas, la cobertura en ese país apenas alcanza el 66,9 % de su población.

Una investigación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de los Estados Unidos, realizada con 7000 personas, estableció que la inmunidad inducida por la vacuna es más protectora que la producida por la misma infección, lo que implica que la vacunación es el principal medio con que cuenta la humanidad para luchar contra la pandemia, al lado de las medidas de autocuidado. Vacunémonos para que esta pesadilla termine.