Sin duda, los mayores desafíos de la humanidad, hoy, son el cambio climático y la creciente desigualdad social. Ambos fenómenos se han entronizado en la sociedad global, magnificando el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial.
Pese a la recuperación económica del año pasado, tras la fuerte caída provocada por la pandemia, los diagnósticos mundiales de desigualdad son preocupantes y se avizora un panorama difícil por la desaceleración económica prevista para 2022.
Colombia tiene el deshonroso primer puesto en desigualdad de ingresos entre los países OCDE. Un informe del Banco Mundial, de 2021, señala que los ingresos del 10 % de la población más rica del país es once veces mayor que la del 10 % más pobre; en República Eslovaca, líder en equidad en esta organización, el 10 % de la población más rica gana solo tres veces más que el 10 % más pobre. En cuanto al territorio de América Latina ocupamos el segundo lugar después de Brasil, siendo Uruguay el país más equitativo, con un alto ingreso per cápita y bajos niveles de pobreza.
En América Latina, el número de personas en condición de pobreza extrema pasó de 81 millones en 2020 a 86 millones en 2021, con el consecuente crecimiento de la desigualdad en la región, según el Panorama Social de América Latina, de la CEPAL.
El Informe sobre la Desigualdad Global 2022, del World Inequality Lab, evidencia que las desigualdades mundiales de riqueza son más pronunciadas que las desigualdades de ingresos:
“La mitad más pobre de la población mundial apenas posee el 2 % del total de la riqueza. En contraste, el 10 % más rico de la población mundial posee el 76 % de toda la riqueza”.
“La riqueza de las personas más ricas del mundo ha crecido entre un 6 % y un 9 % anual desde 1995, mientras que la riqueza promedio ha aumentado un 3,2 % anual. Desde 1995, la participación de la riqueza mundial propiedad del 0,01 % más rico creció del 7 % al 11 %. La participación de la riqueza en manos de multimillonarios también se disparó durante este período (del 1 % al 3 %) y este aumento se exacerbó durante la pandemia de covid. De hecho, 2020 marcó el aumento más pronunciado registrado en la participación de los multimillonarios en la riqueza del mundo”.
Una gran conclusión de los expertos es que la desigualdad extrema y creciente no es inevitable y que, definitivamente, son necesarias políticas públicas, económicas y sociales para enfrentarlas y erradicarlas.
La humanidad está en mora de pensar y aplicar nuevas estrategias para el desarrollo social que permitan disminuir estas brechas, como son políticas fiscales adecuadas, impulso de la cooperación internacional, acceso universal a la educación de calidad, preservación ecológica, apoyo a la microempresa, entre otras, sobre todo, en Colombia, donde la situación es álgida.
Este tema debe ser prioritario en las propuestas programáticas de los candidatos presidenciales ad portas de las elecciones de mayo próximo, ya que vamos raudos hacia un oprobioso liderazgo mundial de la desigualdad.