En recientes declaraciones, María Corina Machado expresó que si Maduro se aferra al poder, veremos una gran ola migratoria. Añadió que por el bien de la región y de Colombia, “nos conviene a todos avanzar hacia una transición democrática”. La migración de venezolanos hacia nuestro país viene desde que el chavismo llegó al poder. ¿Podremos seguir con los brazos abiertos como ha sido hasta ahora o habrá una reacción antiinmigrante por falta de una reactivación económica que ya muestra altas cifras de desempleados? La reciente violencia antiinmigrante que se dio en el Reino Unido con protestas de individuos armados con palos, bombas molotov y toda suerte de incendios y saqueos de comercios de inmigrantes, parecen imágenes tercermundistas a las que estamos acostumbrados, o resignados.No las vemos propias de un país como Inglaterra calificado de multicultural.
La nuestra en cambio no es vista como una sociedad multicultural. No es sino recordar los prejuicios del intelectual Luis López de Mesa que vio en la heterogeneidad racial y geográfica un lastre para las naciones. Siendo ministro de relaciones exteriores en plena segunda guerra mundial, cerró las puertas a la inmigración europea. Dio instrucciones a los consulados colombianos en Europa para no extender visas a los judíos que buscaban escapar de la persecución nazi, según comenta Azriel Bibliowicz en varios escritos suyos. Cargamos con el calificativo de país cerrado a la inmigración extranjera como se cree que pasó con los españoles durante la Guerra Civil. Desmintiendo la leyenda, Barranquilla, cosmopolita, acogió a muchos, creándose incluso una comunidad que se reunía en la “Unión Española”. Sería errado, por tanto, desconocer la acogida a los inmigrantes que entraron al país en el siglo XIX. Alemanes, franceses, españoles, judíos, árabes, llegaron al país en barcos que atracaban en el muelle de Puerto Colombia. Una publicación reciente de Loor Naissir, “Sin retorno”, da buena cuenta de la inmigración libanesa narrando la historia de sus ancestros, lo que ilustra las de otras muchas poblaciones árabes, provenientes del Imperio Otomano, que acá abreviamos con el apelativo de “turcos”. Eran sirios, palestinos, libaneses, cuyos nombres en los pasaportes eran ilegibles para los funcionarios. “Traducían” sus nombres al español. Pero no se tomaba como un prejuicio racial. No hay que olvidar las migraciones provenientes del interior del país por causa de la violencia. La apertura no se puede ignorar. Ha sido pilar de la historia multicultural del Caribe colombiano, crisol de nuestra identidad.