Mario Vargas Llosa se despidió de sus lectores de novelas, que somos incontables, con una que tituló Te dedico mi silencio. Me pareció un título curioso. Estuve intrigado hasta que leí, avanzada la narración, que era una dedicatoria que le hace uno de los personajes a una célebre cantante peruana. Con lo cual reveló que estaba enamorado de ella. Quién sabe si el autor de la novela también. 

Cuando supe que Vargas Llosa escribía una novela que gira en torno al vals peruano, yo estaba dando un curso sobre algunos tópicos de la historia del país incaico. No había encontrado antes un relato tan completo y afortunado de ese fenómeno cultural peruano que impregna las canciones de Chabuca Granda entre las cuales La flor de la canela es una de mis favoritas. En la voz de José Luis Rodríguez, "El Puma", tiene un sello único. Vargas Llosa sabe bien de qué escribe cuando eligió el tema de su última novela. Pienso que no es la mejor desde que entró al boom literario latinoamericano con La ciudad y los perros, pero es una cuestión de gustos. Cuando vi por primera vez el video de Caetano Veloso en el que interpreta Fina estampa, cantando los versos de fina estampa, caballero de fina estampa moviéndose como si estuviera montando a caballo, me di cuenta de que la canción encerraba una historia personal. Chabuca contó en una entrevista que le compuso la canción a su padre. Con razón "la veredita sonríe cuando tu piel la acaricia". Bello recuerdo filial. En el relato, Vargas Llosa trae a cuento la letra del vals El guardián, que poco se conoce acá, pero vale le pena citarlo porque la letra es del compositor colombiano Julio Flórez muerto en Usiacurí, aquí al lado, pero que en Perú es muy popular: "Yo te pido, guardián, que cuando muera/borres los rastros de mi humilde fosa..." Acierta Vargas Llosa cuando se fija en el sentimiento popular expresado en la música como un lazo identitario de los países de América Latina. Valoramos más la integración política y económica, que no hemos logrado, por encima de la cultural, -como pudiera ser, por ejemplo, el sentimiento popular latino- que ha acercado más a la gente rompiendo las fronteras. Cómo no sentir esa conexión latinoamericana en el vals Ódiame de Federico Barreto que no es propiedad del folclore peruano porque en Colombia se oye por todas partes: Ódiame por piedad, yo te lo pido/ ódiame sin medida ni clemencia... El que canta con ese despecho sabe "que tan solo se odia lo querido". "Te dedico mi silencio", cuya trama no conté, es la despedida del novelista Vargas Llosa honrando a su cultura peruana.