Salieron los resultados de las Pruebas Saber 11 en Colombia, un indicador de la calidad de la educación. Se publicaron en los medios de prensa los resultados según los puntajes alcanzados por los estudiantes de colegios: son los más bajos en siete años. Nos encontramos peor que antes de la pandemia. No voy a hacer cuentas de porcentajes y diferencias, porque la información gráfica y estadística disponible en internet es suficiente.

A la región Caribe le fue mal : está por debajo del promedio del puntaje nacional. El análisis frío de los datos añade que nuestra región solo es comparable con el Amazonas: en ambas regiones 9 de cada 10 colegios tienen puntajes por debajo de ese promedio. Un reporte de prensa anota que el Caribe va de “colero” con el Amazonas, calificativo que me molesta leer. No dudo de que la calidad de la educación es medible; tampoco de que las pruebas Saber 11 son necesarias. Pero no me parece acertado evaluar la calidad educativa sin incluir en la evaluación las condiciones en las que se hallan los individuos en un proceso tan decisivo del desarrollo humano.

La inteligencia humana es universal. De entrada, todos los jóvenes -del Caribe, de Bogotá, de Suiza-, tienen iguales potencialidades cognitivas. Lo que cambia es el contexto. Por eso, terminada una etapa de formación escolar, un examen como la prueba Saber 11 debería evaluar competencias más que conocimientos adquiridos como el propio Icfes lo predica en sus propósitos. Por lo tanto, coincido en que la evaluación periódica de esas competencias ofrece una información valiosa al estudiante y a las instituciones de educación superior con el fin de que se den elementos objetivos para mejorar y seguir en un proceso de superación.

Sin embargo, existen riesgos de que se desvirtúen esos propósitos cuando se utilizan para hacer comparaciones entre entidades educativas y regiones, sin contextualizar. Se enfatiza más en lo que se ha dado en llamar bajón de la calidad, y en especial ahora que los puntajes vienen descendiendo desde 2014, -fenómeno acentuado por la pandemia-, pero se echa de menos un análisis profundo de las condiciones socioeconómicas en las que se encuentran los estudiantes y del impacto real que éstas tienen en el desarrollo de sus capacidades cognitivas. Se ha señalado por años que la Costa está rezagada en educación, pero hay que indagar más porqué. Es conocido el enorme grado de pobreza de la población del Caribe, lo que tiene una incidencia en los resultados de las pruebas de competencias : el desempeño escolar de un joven que está mal alimentado, con dificultades de movilización, en un entorno familiar de carencias económicas, con poca disponibilidad de herramientas tan indispensables como internet y computador es sin duda precario. Se trata de una mayoría la que se encuentra en esa situación. ¿Por qué no evaluar y divulgar periódicamente los resultados de la gestión educativa de los gobiernos central y regional pero de modo que los ciudadanos contemos con medios efectivos para hacer cumplir las metas del desarrollo?