El debate sobre la duración de los estudios universitarios se dio en Europa tras la Declaración de Bolonia (1999), firmada por 29 ministros de educación europeos. La decisión a la que se llegó por la mayoría de países fue que, sumados, los estudios de Grado (pregrado nuestro), Máster y Doctorado durarían 8 años aproximadamente.

No fue la única reforma, pero la duración de los años de estudio ocupó un lugar importante en las políticas de la educación superior del espacio europeo. Un tiempo después estuve de visita con varios rectores colombianos en universidades de Alemania y Francia con el fin de ver cómo se aplicaba el proceso en cada país. Me sorprendió lo que vi en la universidades de Hannover y en la de París Val-de-Marne. Los estudios conducentes al título de Grado (el pregrado nuestro) duran tres años. Terminada esa primera fase, el estudiante sale al mercado ocupacional, pero puede seguir los estudios de Máster, así en inglés, tanto en Francia, Inglaterra o Alemania. También se puede elegir la salida al mercado o seguir los estudios de doctorado por cerca de 3 años. La fórmula es 3,2,3, a saber, los 8 años necesarios para obtener el título de Doctor.

Mal contados los años de estudios en nuestro país, en las universidades donde no se ha producido ningún cambio en la duración tradicional de las carreras, se necesitan 11 años : 5 años de pregrado, 2 de maestría y 4 de doctorado. Es mucho tiempo y no necesariamente con mayor calidad.

Poco después del proceso de Bolonia, varios rectores propusimos que los estudios de pregrado en el país tuvieran una duración no mayor a 4 años, con excepción de Medicina y Derecho. En algunas comunidades académicas ha habido mayor resistencia al cambio. Cada sector del conocimiento profesional considera que no se puede recortar el número de horas/créditos de cada una de las materias que integran el currículo y que hacerlo debilita la formación de pregrado. Por el contrario, la fortaleza de la formación de pregrado no consiste en el número de materias ni de horas de clase sino en la calidad del proceso pedagógico. Además, cuando el estudiante de pregrado tiene la posibilidad de hacer en cinco años tanto el pregrado como la maestría, se está dando un beneficio común: el profesional sale mejor preparado con cinco años de estudios básicos y profesionales, incluyendo dos años de postgrado, en los que el énfasis recae mayormente en la investigación y la práctica, y no tanto en estar en el aula de clase escuchando y tomando nota de lo que el profesor dice. Por otro lado, los profesores de ese primer ciclo de cinco años de pregrado y máster integrados tienen que poseer como mínimo el título de Máster, con lo cual se eleva el nivel del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Ahora bien, la posibilidad de que mayor número de estudiantes siga a los estudios de doctorado aumenta la calidad de los profesionales-doctores, lo que incide positivamente en la innovación empresarial y social que bastante falta hace en épocas de cambios tecnológicos y de complejidad de los problemas por resolver.