Del partido de ida de la final de la liga colombiana entre Nacional y Tolima, además del triunfo del equipo de Medellín, el lleno en las tribunas, el mejor segundo tiempo del ganador, y otras situaciones más, la acción más sobresaliente y que se convirtió en noticia mundial fue, sin dudas, el extraordinario gol convertido por Yerson Candelo desde su propio terreno a casi 60 metros de distancia del arco tolimense. 

Fue el segundo gol de Nacional que en ese momento ayudaba para remontar el marcador. Es uno de esos goles que están en la escala onírica de cualquier futbolista. Incluido ‘el Rey’ Pelé. De los más de 1.200 que anotó, no sé si pudo lograr convertir uno en esas circunstancias. El que sí recuerdo fue uno que hace parte de los legendarios goles que no fueron del 10 durante el mundial de México 70 que completan el cabezazo a Gordon Banks, arquero inglés y el ocho a Mazurkiewicz, guardameta uruguayo.

El arquero checoslovaco era Ivo Viktor y Pelé le devolvió de primera el saque de meta desde un poco más atrás de la mitad de la cancha. Por centímetros no se completó la maravillosa obra del genial crack. Un gol convertido desde esa distancia tiene su nacimiento en el atrevimiento del ejecutor. En la confianza que logra superar el temor al ridículo que está cerca al intentar tan compleja ejecución. Luego, está la visión panorámica para descubrir la posición del arquero rival. Y, al final, está el gesto técnico acompañado de potencia y precisión. Semejante golazo generó una explosión de alegría en los hinchas verdolagas y el reconocimiento de la mayoría de los hinchas del fútbol. En el epílogo del partido, Nacional amplió la ventaja con un contraataque de manual, para exponerlo en cualquier seminario de fútbol. De área a área.

De Mier, el arquero, a Mantilla que cede a Jarlan, quien cruza a Gómez, este hace la pausa justa para esperar el pasaje por detrás de Andrade, que participó en la acción durante 70 metros sin tocar el balón conduce en el área y define. Contraataque perfecto. Tolima, ahora con el aliento de su hinchada, con la reaparición de Lucumí, pero al parecer sin Ánderson Plata, su delantero más peligroso. No parece tan fácil revertir la diferencia de los dos goles a favor del Nacional, yo personalmente lo veo así, respetando que hay evidencias en los últimos años del espíritu competitivo de Tolima, de su capacidad de lucha en la adversidad. Pero, en su contra, la disminución goleadora en los partidos del cuadrangular.

Pero dejemos que la incertidumbre del resultado siga siendo una de las razones por las que nos emociona el fútbol. Que siga siendo en la alfombra de verde encantado donde se sepa la única verdad del juego. Y que sean el buen fútbol, la lucha leal, el esfuerzo y el juego limpio los protagonistas de la final.