En las primeras presentaciones del equipo fue así. Con imperfecciones, pero con determinación. Cuando el torneo iba avanzando, fue menguando su ritmo y degradando el estilo a mantenerlo en casa y negociarlo de visita. En esta última condición, ya fueron muy excepcionales las muestras de ese modelo de juego presionante.

En ese recorrido, con relación a torneos anteriores, creo que tiene una mayor dinámica en su andar, tiene una mayor agresividad en la fase defensiva, pero cuando no ha logrado transformar en goles su mejor momento en el trámite suele diluirse mental y futbolísticamente. En su cuadrangular se ha movido en la paridad que ha dirigido este grupo. Solo Nacional, por un penal y después de ser superado en el juego por el Bucaramanga, tendría la clasificación anticipada si lograra vencer hoy a Millonarios. Pero mientras eso sucede, Junior hoy deberá reencontrarse con aquel funcionamiento que el técnico tanto ha pregonado y que, en el Metropolitano, en líneas generales, consiguió desplegar. No la tacaña muestra del pasado miércoles en Bogotá, en la que despreció la pelota, jugó a la defensiva (que no es lo mismo que defenderse), confundió carácter (este en el futbol es pedir y querer el balón), con violencia y marrullerías.

Tener la iniciativa, mucha presencia en vecindades del arco bumangués, recuperación rápida del balón, y los goles que han estado esquivos en los últimos días, especialmente los de Miguel Borja, el más amenazante delantero del equipo, pero evidentemente con una infrecuente sequía goleadora en todo su periplo juniorista, deberían ser los rasgos a recobrar en el funcionamiento para acercarse a la obligada victoria. Ganar, y esperar que en Bogotá no haya un vencedor, son los dos partidos que jugará Junior hoy. Pero como en aquel le es imposible tener injerencia, debe dedicarse íntegramente a superar a Bucaramanga. Un rival que, como en general son los equipos colombianos, alebrestados de local y tímidos de visitante, con una postura más defensiva y apelando al contraataque. Para ese plan tiene los lanzamientos de Sherman Cárdenas y la velocidad de Caballero y los desmarques de Dayro Moreno. Me quedaría ojiplático si viniera a desarrollar el agresivo, ofensivo y dominante juego que desplegó contra Nacional.

Independientemente de mis elucubraciones, ante una u otra versión del Bucaramanga, Junior tendrá que hacer olvidar la desteñida imagen de Bogotá, que no tiene nada que ver con sus admiradas formas a través de la historia, amistarse otra vez con el gol y seguir creyendo. Y que se dé el empate en Bogotá.